“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

martes, 8 de enero de 2019

Los relatos malos de los políticos

Los relatos y los cuentos malos se distinguen porque son predecibles. A los pocos minutos de leer o escuchar, ya sabemos cómo va a acabar la historia. Nos aburren tanto que cerramos el libro o desconectamos de la fuente emisora. El relato de los políticos españoles es casi siempre un mal cuento. Antes de que abran la boca, ya sabemos qué van a decir y cuál va a ser la respuesta del adversario. Heraldo de Aragón informaba el pasado miércoles sobre el discurso de fin de año del presidente Lambán. Su discurso  está al mismo nivel que otros pronunciados por líderes de otros partidos: por los suelos. Frases hechas, lugares comunes, generalizaciones como que “el autogobierno ha permitido a Aragón afirmar su existencia y desplegar todas sus potencialidades”. Que venga a contar a Teruel el despliegue de potencialidades,  pero que se dé prisa, antes de que desaparezcamos.  Como adivino, Lambán está en la misma liga que el futurólogo Sandro Rey, el que predijo que Operación Triunfo lo ganaría una mujer rubia, de ojos claros y piel clarita y lo ha ganado un hombre, de ojos oscuros y piel negra. Hace ahora dos años, nuestro presidente afirmó que los “dioses del socialismo y de la política han cubierto a Susana Díaz de un manto poderoso y va a ser requerida en los próximos meses para parar, templar y mandar”.  Para el PSOE, el discurso del jefe ha sido “realista, basado en datos y no opiniones”; para los demás, un desastre: “Ha agotado su credibilidad”, “ha vendido un Aragón que no existe”, “la obsesión de Lambán con Cataluña es enfermiza”, “los logros que vende no se han conseguido por una mayor eficacia…”.  En definitiva, lo esperado, lo de siempre. Sería bonito que una vez al año, en estas fechas en las que todos nos abrazamos y nos deseamos lo mejor y en las que hacemos propósitos de enmienda, Lambán hubiera hecho un discurso lamentando los errores cometidos, las promesas incumplidas y las mentiras. Y que la oposición le hubiera perdonado los pecados y le hubiera dado ánimos recordando alguno de los logros del PSOE durante la legislatura. A mí no se me ocurre ninguno, pero yo no soy político y no estoy al tanto de todo lo que hace el Gobierno de Lambán. Seguro que algo bueno hay.
Evaristo Torres Olivas

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