Evaristo Torres Olivas
viernes, 14 de septiembre de 2018
Titulitis
La titulitis es un vicio muy arraigado en algunas culturas.
La alemana, por ejemplo. En Alemania, cualquier ciudadano que tiene un
doctorado incorpora el título a su nombre de forma permanente y lo utiliza
tanto en la vida pública como en el ámbito privado. Cuando yo trabajaba en
Alemania, mi jefe y dos compañeros, una mujer y un hombre, eran doctores; en la puerta de sus despachos
una placa lo recordaba: Frau Doktor y Herr Doktor. En el mío, Evaristo Torres a
secas. En las reuniones de trabajo, había que dirigirse a ellos como señor
doctor o señora doctora; pero también en las reuniones informales como las
comidas de empresa o las salidas de birra y bailoteo los fines de semana. En
España, parece que también va cobrando importancia, especialmente por parte de
los políticos, la obtención de másteres y doctorados, conseguidos de cualquier
manera, legal o fraudulenta, de universidades serias o de las de chichinabo,
para suplir la falta de experiencia. Para parecer antes que ser. Así, la
ministra que dimitió hace unos días, Carmen Montón, sin ninguna otra experiencia
fuera de la política, puede exhibir una licenciatura en medicina, aunque no
haya ejercido nunca, y un máster de estudios interdisciplinares de género,
aunque no pisara apenas las clases y plagiara gran parte del trabajo de fin de
máster. Lo mismo que Cifuentes o Casado. El caso del presidente Sánchez y su
doctorado también apunta en la misma dirección. Falta por demostrar si hubo o no irregularidades en la obtención del doctorado. No tardaremos en saberlo. Pero
incluso en el caso de que fuera obtenido de manera limpia, no deja de ser una
enorme contradicción que el secretario general del PSOE, un partido socialista
obrero y español, defensor de lo público frente a lo privado, especialmente en
materia de educación y sanidad, eligiera una universidad privada para obtener
su doctorado. Entre lo que se dice y lo que se hace debe haber coherencia. No
es un delito acudir a un centro privado, pero lo legal no siempre coincide con
lo ético. No es muy ético defender la educación pública y enviar a tus hijos a
la privada, ni decir que la sanidad pública es la mejor y que te operen la
rodilla en la privada.
Etiquetas:
Sin pelos en la lengua
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario