“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

viernes, 2 de marzo de 2018

La construcción del relato

Para vender cualquier producto, ya sea un yogurt, un refresco, unas zapatillas o un partido político, hay que construir un relato que emocione al público y difundirlo urbi et orbi. Y hay que ser coherente con ese relato. Los actores que intervienen en su difusión han de ajustar su apariencia, vestimenta,  corte de pelo,  pertenencias,  gustos, comportamientos  y aficiones al mensaje que difunden. Una persona obesa no puede anunciar que un refresco es fuente de salud ni que es la bebida de la gente en forma; un calvo no puede vender champú ni Luis Roldán pedirnos que invirtamos dinero en su empresa. A la construcción del relato, o a la narrativa del cuento, algo tan viejo como la humanidad, como ya dijo Cortázar, o como recientemente nos ha recordado su compatriota Leila Guerriero, ahora se le llama storytelling. Veamos dos ejemplos de relato en la política: PP y Podemos. El Partido Popular construye su relato con los siguientes elementos en su guion: España en primer lugar. El orden y la familia tradicional. La religión católica como la única verdadera. La iniciativa privada como fuente de riqueza y progreso. Para contar ese relato, los narradores y actores que lo difunden deben caracterizarse de cierta manera. Trajes y vestidos elegantes, corbata, visita semanal al peluquero, pulsera con la bandera española en la muñeca, peineta en las procesiones y admiradores en público de la letra del himno español de Marta Sánchez. El relato de Podemos se compone de: España no es una sino que es un estado plurinacional. Hay unos pocos, los de arriba, los de la casta y los de la trama que fastidian a los de abajo, sin delimitar muy bien quiénes son unos y quiénes los otros, con la excepción de que los dirigentes de  PP, PSOE y Ciudadanos son de los de arriba y los de  Podemos de los de abajo. No se definen ni de izquierdas ni de derechas, ni capitalistas ni anticapitalistas, aunque tengan una corriente interna denominada Anticapitalistas que es minoritaria. Defensores del colectivo LGTBIQ. Su público es mayoritariamente joven, urbano y con estudios universitarios. Los narradores del  relato de Podemos visten ropa informal, si se ponen corbata la llevan suelta, si frac, dos tallas más grande y la pajarita torcida, rastas, coletas y pelo sin que intervenga ningún estilista. Pendientes y piercings. Pancartas y camisetas con mensajes en sus intervenciones en las instituciones. Por ese motivo el relato pierde coherencia y credibilidad cuando aparecen en el PP un Javier Maroto que se casa con otro hombre o una Celia Villalobos que defiende el aborto. O en Podemos un Ramón Espinar que especula con un piso de protección oficial o un Kichi que apoya la fabricación y venta de barcos de guerra a Arabia Saudí.

Evaristo Torres Olivas

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