“Melchor va a ser un travesti, Baltasar, la tortillera y Gaspar,
muy hormonado, irá enseñando las tetas”.
Así empezaba su ripiosa crónica radiofónica don Luis del Val, un maestro aragonés que
ejerce de periodista. Antes, cuando era progre, con Iñaki en la Ser, y ahora que
no lo es, con Herrera en la Cope. Y todo porque en la Cabalgata de Reyes de
Vallecas, en una de las dieciséis carrozas, los del Orgullo Vallecano iban
vestidos y vestidas con inocentes trajes de animales. Nada de enseñar el culo,
las tetas y la chorra. Pero a Luis del Val, lo del rigor periodístico le trae
sin cuidado. Para él, es una sucia maniobra para “que los niños aprendan que
pueden ser maricones desde las edades tiernas”. Y para que todos sepamos que no
tiene miedo a nadie, que para eso luce su anacrónico lazo, el mismo que llevaban los pistoleros en las películas deloeste, añade lo siguiente: “Y si me acusan de homófobo, se pueden ir a la
mierda”. Más claro, imposible. A Manuela Carmena la llama “estúpida alcaldesa”
por permitir semejante barbaridad, un atentado contra las tradiciones españolas. A
los chicos y chicas españoles hay que contarles la verdad: que ser gay,
lesbiana o transexual, o por utilizar el lenguaje científico de don Luis del
Val, maricones y tortilleras, son vicios, desviaciones o, en el mejor de los
casos, enfermedades contagiosas y vergonzosas. Los vicios y las desviaciones no
se exhiben en la fiesta de los niños, en la noche de la ilusión. En esa noche,
lo que han de aprender es que los reyes, todos los reyes, son mágicos, que nos
traen regalos, que nos quieren mucho a todos, que son capaces de recorrer
enormes distancias en camello, helicóptero, bicicleta de montaña, trineo o
monopatín para que ningún niño se quede sin su juguete, y ningún adulto sin sus calcetines o su
colonia. Y mienten quienes digan que la cosa no es así, que los reyes, todos,
no nos regalan nada, sino que somos nosotros, los ciudadanos (ellos nos llaman
súbditos), quienes les regalamos los palacios en los que viven, los coches, la
ropa, las colonias, los calcetines y los juguetes de sus hijos y de sus nietos.
Por eso concluye don Luis su artículo diciendo que “los de Orgullo Vallecano
son maricones de mierda”. Luis del Val es aragonés. Un orgullo.
miércoles, 10 de enero de 2018
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1 comentario:
Tienes algo Evaristo que engancha. No se. Tal vez, la sinceridad, la transparencia, lo oportuno del tema, no se, pero es asi. Un abrazo.
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