Lo he tenido que leer tres veces. Creía que se trataba de
una broma; tal vez de la sorna aragonesa, del humor somarda que dicen que nos caracteriza. Pero no, el artículo no va
de cachondeo ni hay una pizca de ironía ni de segundas intenciones. Me refiero
a la carta al director que escribió ayer en Diario de Teruel don José María
Ruiz Navarro. Los Amantes de Teruel de Lladró, la titula. Según nos cuenta, en
el año 1984, Juan Lladró, el fabricante de figuras de porcelana, donó una
figura única de Los Amantes de Teruel al Centro de Iniciativas Turísticas a la
espera de que se inaugurara el Museo de Los Amantes. Pero la figura ha
desaparecido. No se sabe dónde está ni quién la tiene. Y aquí es donde viene la
petición de don José María, que es miembro del comité asesor del 800
aniversario de los Amantes de Teruel. Propone, con toda seriedad, lo siguiente:
“Como nadie da razón de ella [la pieza de porcelana de Los Amantes] quizás el
actual poseedor, al haber pasado tanto tiempo, tenga reparos a sacarla ahora a
la luz por lo que le sugiero que la entregue a un sacerdote bajo secreto de
confesión para que llegue a su destino”. De funcionar la cosa, si aparece un cura con
la figura en la mano y dice que se lo ha entregado un feligrés arrepentido,
habría que darle mucha publicidad para que cundiera el ejemplo y tal vez los
políticos chorizos que durante años han robado a espuertas se animen, también bajo secreto de confesión, a devolver
lo que no es suyo. Aunque también puede suceder, y no sería la primera vez, que
un cuadro valioso, una escultura o incluso el claustro de un monasterio aparecen
en San Francisco, Miami o en un museo de Lleida, vendidos por los curas y las
monjas. Y tampoco sería la primera vez que la Iglesia ha registrado a su nombre
bienes de titularidad pública. Por todo ello, lo más probable es que ningún
cura aparezca en la puerta del ayuntamiento de Teruel con la figura de Lladró en
la mano. Y sí podría ser que algún turolense de vacaciones en Nueva York o en
Idaho se encuentre a Los Amantes de porcelana en algún museo local. O aparecen
en un tenderete de los Encants de Barcelona.
Evaristo Torres Olivas
2 comentarios:
Que ingenuidad! Alguien puede creer a estas alturas en el arrepentimiento de quien la robo? Claro, como siemore, culpable el ladron, pero culpables los que se desentendieron del control de una pieza unica, patrimonio de la ciudad de Teruel, que debio ser debidamente inventariada, ubicada, y anotados los nombres de los responsables de su cuidado. Por lo mismo, donde se halla la pequeña fuente que durante años ocupo el centro de la plaza de san Juan?
Dejando aparte la confianza ciega en el presunto "secreto de confesión", que da para hablar largo y tendido, lo que se desprende de lo dicho por este señor es que, si la persona que guarda actualmente dicha pieza no es católica practicante... ya, directamente, renunciamos a ella, ¿no?.
¿Habrán buscado en internet, a ver si fue subastada o algo?
En fin... .
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