“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

martes, 19 de diciembre de 2017

La clac

La política es puro teatro, pero teatro de muy mala calidad, con actores, en general, de tercera o cuarta categoría. Hace mucho tiempo, en algún bar cercano a los teatros, vendían a precios reducidos o regalaban unas entradas que se llamaban de clac. A cambio, quien obtenía una de esas entradas estaba obligado a aplaudir cuando lo indicaba el jefe de clac. Yo recuerdo haber asistido, con quince o dieciséis años, a varios espectáculos en Madrid con entradas de clac. Hoy esa práctica ha desaparecido en los teatros. Excepto en el teatro de la política. Todos los partidos tienen un jefe de clac que indica a los parlamentarios de su cuerda el momento en que hay que aplaudir durante la actuación del líder. Los nuevos, los que dicen que han venido a cambiar las cosas, los que echan pestes de la vieja política, en eso de los aplausos programados  son tan “viejunos” como los que más. Observenen este vídeo a Irene Montero, en el papel estelar de jefa de clac, indicar en qué momento hay que palmear a Pablo Iglesias. Y observen también la disciplina de los diputados de Podemos. Ni uno se aparta de las instrucciones de Montero. Por la cuenta que les trae. A mí estas cosas me molestan e indignan, la verdad. Pero no por tomar por imbéciles a los diputados del partido, que al fin de cuentas reciben todos los meses su salario y, como dice el refrán, dame pan y dime tonto, que aplaudir o patalear en el Congreso  cuando manda la jefa es más llevadero y está mejor pagado que doblar el lomo en otros trabajos mucho más exigentes. La indignación me la produce la falta de respeto a los ciudadanos, considerar que no tenemos criterio para discernir si lo que dice el líder es interesante o no. El papel de Irene Montero, y el de los demás jefes de clac de todos los partidos, no se diferencia en nada del de los regidores de las comedias de la telebasura, que indican  a la audiencia cuándo han de aplaudir y cuándo han de reír. En definitiva, que no hay diferencia entre un parlamento y una comedia para idiotas.

Evaristo Torres Olivas 

No hay comentarios: