El fanatismo es siempre irracional.
El fan recurre a todo tipo de argumentos ilógicos, argucias, manipulaciones,
mentiras, generalizaciones, simplificaciones y lo que sea necesario para
demostrar que está en lo cierto y los que no comparten sus ideas están sumidos
en las profundidades del abismo de la ignorancia. El fanatismo se da en todos
los campos, pero es especialmente peligroso en la política, la religión, las “fiesta”
de los toros y el fútbol. El fanático, como decía Perich, es un individuo que
tiene razón aunque no tenga razón. En la anterior columna, comenté el caso del
cura Lezama que se saca de la manga la afirmación tajante de que los animales
no sienten dolor porque son irracionales. Otra de sus certezas es que “ni los
brutos ni los tontos pueden ser toreros”. Remata su discurso sentenciando que “ahora hay muchos ignorantes salidos de la
Universidad”. Se supone que los tontos son quienes no comparten sus
convicciones”. Pero don Luis no es el único fan de los toros que recurre a este
tipo de razonamiento. El pasado viernes, don Javier Araco escribía una columna
en la contraportada de Diario de Teruel, titulada Olé maño [sic], en la que
hacía afirmaciones tan tajantes como las del cura
Lezama. Por un lado afirma que en Teruel no se conciben unas fiestas sin toros.
“El toro es sagrado y eso no se puede cambiar”, dice. Añade que “la fiesta de
los toros es para valientes” y que los pobres aficionados tienen que soportar “los
insultos del movimiento antitaurino”. De nuevo, generalizaciones y afirmaciones
rotundas sin fundamento. En Teruel se pueden pasar unas excelentes fiestas sin
que haya toros. De hecho, son más las personas que no participan en los
festejos taurinos que quienes sí lo hacen. Lo de que el toro es sagrado y que
no se puede cambiar es otra afirmación gratuita y falsa. En cuanto a que los
toros son para valientes es otro topicazo como aquel de que Soberano es cosa de
hombres. Es cierto que se han producido insultos de algunos antitaurinos a los
taurinos, pero no es menos cierto que algunos defensores de los toros también
se han despachado a gusto con los antitaurinos. En todas partes hay
energúmenos. Y para concluir, en su artículo don Javier cae en una enorme
contradicción: por una parte dice que en Teruel no podemos vivir sin toros y a
continuación, ante la falta de público en las plazas turolenses, se hace esta
pregunta: “¿Nos gustan de verdad los toros?”.
lunes, 20 de noviembre de 2017
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