“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

martes, 3 de octubre de 2017

Pesadilla

Más de una semana sin Internet. Nada grave, pensarán. Pero algo aparentemente sin importancia puede convertirse en una pesadilla y demostrar que una de nuestras empresas tecnológicas supuestamente punteras, Telefónica, es capaz de agotar la paciencia de un ciudadano, yo, y hacerle añorar los tiempos en que no había ni Internet, ni móviles, ni autómatas parlanchines, ni whatsapp ni Bluetooth ni la madre que los parió a todos. A continuación les cuento la pesadilla. Me quedo sin señal de Internet y llamo al 1004, teléfono de contacto con Movistar. Contesta una voz grabada: si desea esto, pulse 1, si desea esto otro no pulse nada. Tras unos segundos, atiende una persona: soy María, ¿en qué puedo ayudarle? Le digo que no tengo línea y durante diez minutos sigo sus instrucciones: apague el router (así se llama el aparato que te conecta con internet), espere diez segundos, vuelva a encender, ¿qué luces se encienden? En resumen, que la cosa no funciona. Me dice que me va a enviar por el móvil un código para que me desplace a la tienda de Movistar más cercana para que me den un router nuevo. Recibo una llamada para pedirme que valore a la persona que me ha atendido. Solo permiten decir cifras, del uno al diez. Le pongo un diez. Cincuenta kilómetros en coche, media hora de espera en la tienda, quince minutos para rellenar papeles y marcharme con el nuevo router. Conexión del aparato. No funciona. Vuelvo a llamar al 1004. Otra chica amable: de nuevo conectar y desconectar cables. Sin resultado. Me dice que me van a enviar un técnico. Pasa un día, otro día, un tercer día. No viene ni llama ningún técnico. Pero sí me envían mensajes en los que me amenazan que si la avería es de Telefónica, la reparación será gratis, pero si es responsabilidad es mía, me cobrarán 90 euros. También me informan de que es posible que se pase un técnico. Así una y otra vez, a diario, pero nadie viene. Eso sí, me llaman para preguntar si estoy satisfecho con la reparación y que valore al técnico del uno al diez. Se trata de un autómata que no admite comentarios: le grito que no ha venido ningún técnico y que no puedo valorarlo. Como no me hace ni caso, pulso la tecla del uno, la peor nota. Al rato recibo una llamada, esta vez no es una voz grabada. Me pregunta a qué se debe esa nota tan baja. Le explico que no le puedo dar otra porque nadie ha venido a casa. Cuelga. Siguen llegando a diario mensajes de que un técnico vendrá y que como tenga yo la culpa, 90 euros. Finalmente, 9 días después de la avería, el pasado domingo aparece un técnico. Muy amable y eficiente: vuelve a cambiar el router porque el nuevo que me habían dado en la tienda no funciona. Soluciona el problema en veinte minutos. Me pide que le valore bien, que es muy importante para su trabajo. Cuando se marcha, dos horas después recibo siete llamadas seguidas del 1002. Suena dos veces pero cuando lo voy a coger, se corta. Finalmente, una voz grabada me pide que valore la reparación: le pongo un 1, la más baja porque han tardado 9 días en solucionar el problema. Al rato, otra llamada para valorar al técnico. Le pongo un 10, porque ha sido amable y eficiente: me ha resuelto el problema. Ya verán como a final de mes, y a pesar de haber estado 9 días sin internet me cobran la factura como si nada hubiera pasado. E igual se les ocurre decir que la responsabilidad era mía y me cobran 90 euros. En fin, si no lo cuento, reviento. Y seguro que el bonus del presidente de Telefónica no se verá afectado y habrá cumplido los objetivos de beneficios previstos.  Una empresa puntera, a la vanguardia de la tecnología, rápida, eficiente y al servicio del cliente. 

Evaristo Torres Olivas 

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