“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

jueves, 4 de mayo de 2017

Los michelines

No entiendo mucho de restaurantes de lujo, de esos que cobran 200 euros por un menú y otros cien o doscientos por el vino. Por persona, claro. Tampoco entiendo de estrellas Michelin ni de cocineros estrella. Aunque me puedan tildar de ignorante, si leo en una carta que me van a servir “rillette de pato con blinis especiados y ensalada crujiente de nervaduras y lenguas” y me ofrecen de postre “tartaleta fina haciendo referencia a la tatin de manzanas”lo más probable es que me vaya al bar de la esquina y me pida el menú de 12 euros. De lo que sí entiendo un poco más es de los sinvergüenzas que nos quieren vender motos. Como Jordi Cruz, uno de esos cocineros televisivos de moda. El chef  ha declarado que un restaurante como el suyo no sería viable si tuviera en nómina a todo el personal. Y por ese motivo justifica que una parte de los empleados sean becarios que trabajan 12 y 14 horas diarias y que no se les pague un euro. Es un privilegio, añade, poder estar en su restaurante ya que después podrán decir que han trabajado en la cocina de Jordi Cruz y eso, por lo visto, les abrirá todas las puertas. Son exactamente los mismos argumentos que se les dan a miles de jóvenes en cualquier otra profesión, periodista, ingeniero, psicólogo o mecánico. Trabajar gratis a cambio del supuesto prestigio de quien les hace trabajar gratis. A eso, lo llamen como lo llamen, la única palabra que se ajusta a la verdad es la de explotación. Cualquier persona que realice un trabajo por cuenta ajena tiene el derecho a recibir una remuneración. Explotando de esa manera a los chavales, en lugar de formarles, como afirman los cocineros de los michelines, lo que consiguen es que cuando esos jóvenes tengan sus propios negocios reproduzcan los mismos comportamientos de sus “maestros”. Y al señor Cruz y a todos los que piensan como él les diría que si un restaurante que cobra doscientos euros el menú no es rentable si no contrata a becarios explotados, lo mejor es que cierren. La humanidad no perdería gran cosa. Siempre podrían dedicarse a preparar comidas baratas en un restaurante popular. Eso sí, pagando a los chavales que están empezando en el oficio.  

Evaristo Torres Olivas

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