No entiendo mucho de restaurantes de lujo, de esos que cobran
200 euros por un menú y otros cien o doscientos por el vino. Por persona,
claro. Tampoco entiendo de estrellas Michelin ni de cocineros estrella. Aunque
me puedan tildar de ignorante, si leo en una carta que me van a servir “rillette de pato con blinis especiados y ensalada crujiente de nervaduras y lenguas” y me ofrecen de postre “tartaleta fina haciendo referencia a la tatin de manzanas”lo más probable es que me vaya al bar de la esquina y me pida el menú de 12
euros. De lo que sí entiendo un poco más es de los sinvergüenzas que nos
quieren vender motos. Como Jordi Cruz, uno de esos cocineros televisivos de
moda. El chef ha declarado que un restaurante como el suyo
no sería viable si tuviera en nómina a todo el personal. Y por ese motivo
justifica que una parte de los empleados sean becarios que trabajan 12 y 14
horas diarias y que no se les pague un euro. Es un privilegio, añade, poder estar en su restaurante ya que después podrán decir que han trabajado en la
cocina de Jordi Cruz y eso, por lo visto, les abrirá todas las puertas. Son
exactamente los mismos argumentos que se les dan a miles de jóvenes en
cualquier otra profesión, periodista, ingeniero, psicólogo o mecánico. Trabajar
gratis a cambio del supuesto prestigio de quien les hace trabajar gratis. A
eso, lo llamen como lo llamen, la única palabra que se ajusta a la verdad es la
de explotación. Cualquier persona que realice un trabajo por cuenta ajena tiene
el derecho a recibir una remuneración. Explotando de esa manera a los chavales,
en lugar de formarles, como afirman los cocineros de los michelines, lo que
consiguen es que cuando esos jóvenes tengan sus propios negocios reproduzcan
los mismos comportamientos de sus “maestros”. Y al señor Cruz y a todos los
que piensan como él les diría que si un restaurante que cobra doscientos euros
el menú no es rentable si no contrata a becarios explotados, lo mejor es que
cierren. La humanidad no perdería gran cosa. Siempre podrían
dedicarse a preparar comidas baratas en un restaurante popular. Eso sí, pagando
a los chavales que están empezando en el oficio.
jueves, 4 de mayo de 2017
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