“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

jueves, 9 de abril de 2015

Los vendedores de burras (1)

Una Tribuna de Rogelio Altisent en el Heraldo del pasado 3 de abril me ha dado pie para dedicar unas columnas a los métodos de selección de los políticos. Rogelio Altisent es médico, presidente del Comité de Bioética de Aragón. En su artículo, Elogio del político comprometido, dice, entre otras cosas:”Los partidos tienen pánico a las listas abiertas pero no tendrán más remedio que reformarse en esa dirección. Mientras tanto, al menos deberían ofrecer el historial profesional de los candidatos de manera clara y transparente…Esto no será una garantía absoluta, pero al menos son hechos, porque la sola palabrería ya produce aburrimiento”.  Que los partidos tienen alergia a las listas abiertas es innegable. Tanto los tradicionales como los nuevos,  o bien las evitan, caso del PP, o bien introducen tantas modificaciones, variaciones y trampas para incautos, que, en la práctica,  de abiertas solamente tienen el nombre.  En los próximos días analizaré algunas de esas trampas. En cuanto al historial profesional, apenas se ha utilizado hasta la fecha. Únicamente se facilitaban algunos datos sobre los cabezas de lista y poco más. La irrupción de los nuevos partidos y su dominio de las redes sociales ha mejorado algo la difusión de la trayectoria profesional de los candidatos, aunque de manera incompleta. También ha servido para que se vea más clara la manipulación o las deficiencias de los sistemas de selección de candidatos, al comprobar que personas sin experiencia ni formación ocupan primeros puestos y otras con unas trayectorias académicas y profesionales notables, apenas consiguen un puñado de votos, siendo excluidas de las listas. Como yo me he dedicado profesionalmente a la selección de personal, dedicaré una columna a detallar qué información debe figurar en un historial, cuáles son las omisiones en las que incurren los autores, casi siempre intencionadas, y cómo no comprar las burras que nos quieren vender. En definitiva, de lo que se trata es de mejorar la calidad de nuestra democracia y de que, como dice Rogelio Altisent, “prestemos más atención a las personas y menos a las siglas”.

Evaristo Torres Olivas 

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