“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

jueves, 19 de marzo de 2015

¿Para cuándo el cambio?

“Cuatro ladrones con sombreros de copa y cuatro matones, esta suele ser la plana mayor de un partido”, dijo nuestro Joaquín Costa. “Los partidos políticos son como las sectas religiosas que promueven sus eslóganes y no los cumplen nunca” afirma José Manuel Broto, citando a Bertrand Russell,  en  una entrevista en Heraldo. “Los partidos se han convertido en clubes exclusivos, casi carentes de democracia interna, y también en agencias de colocación, donde todos parecen velar por sus propios intereses y nadie por los de todos”, publica el escritor Javier Cercas en un suplemento dominical. Desde los tiempos de don Joaquín a nuestros días, poco ha cambiado la opinión que tenemos de los partidos políticos. Y es que a diario nos proporcionan ejemplos que impiden que así sea. Los ladrones y matones de los gürteles, eres y operaciones púnicas ya no llevan sombreros de copa, sino que viajan en coche oficial y tienen tarjetas de crédito sin límite de gasto. Esa es la única diferencia, pero trincar, trincan lo mismo. Lo de prometer y no cumplir que decía Russell es algo usual en todos los partidos, de derechas, izquierdas,  del centro, de abajo y de arriba. Que persiguen no el bien común sino el suyo propio solamente hay que fijarse en las puñaladas que se dan para figurar en las listas. Sin ir más lejos, en Teruel los que repiten una y otra vez son siempre los mismos, y cuando se retiran es para jubilarse. En el PSOE tenemos a velascos, guillenes, arrufates y maytes, una y otra vez, acumulando legislaturas, pasando del Senado al Congreso, del Ayuntamiento a la Diputación y de ahí a las Cortes de Aragón. En el PP, tenemos a blascos, pobos y lafuentes. Y en el PAR, al clavico del abanico, al que muele gordo, Biel, que entró a vivir de la política nada más hacer la Primera Comunión y la deja para vivir de una pensión cojonuda, que ya quisieran para sí la gran mayoría de los aragoneses a los que dice representar y defender. Otro día les contaré cómo los partidos minoritarios, como Izquierda Unida, que predican que lo importante no son las siglas  sino los programas y dicen llevar la unidad de la izquierda en sus genes, a la hora de hacer listas para las autonómicas exigen que los primeros en las tres provincias sean de IU.

Evaristo Torres Olivas

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