“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Chorizos y panes como hostias

Ayer publicaba el Diario de Teruel un interesante artículo sobre la corrupción firmado por Ana Soteras. Citaba al profesor Fernández Ríos, autor del libro Psicología del la corrupción y los corruptos. El ser humano tiene una tendencia biológica a la corrupción. La corrupción necesita de un entorno propicio, una oportunidad y un determinado tipo de personalidad. En un entorno en el que todo dios roba, el que no lo hace es gilipollas. En España está bien visto que se evite pagar impuestos, y por eso al fontanero o al dentista no se les cae la cara de vergüenza por no dar factura y a nosotros no nos importa. Hay una tolerancia al fraude y a la corrupción. Incluso somos capaces de votar una y otra vez a partidos y políticos que han sido condenados por corrupción. En Dinamarca, por ejemplo, la tolerancia a la corrupción es mucho menor y por consiguiente hay muchos menos corruptos: no se concibe que un chorizo vuelva a presentarse a unas elecciones y que le voten.

En cuanto a la personalidad del corrupto, Fernández Ríos dice que es una persona “mediocre pero con expectativas elevadas, que le gusta que le respeten por el control que puede ejercer y con un liderazgo en la vida pública  proyectado hacia su ego personal y siempre rodeado de una camarilla que le apoya”. Es decir, se trata de una personalidad narcisista y antisocial: personas encantadas de haberse conocido, sin ética, frías, manipuladoras y sin remordimiento por la consecuencia de sus actos.

¿Y cómo se sale de la corrupción? Hay dos caminos, uno corto y otro largo. El corto, según el catedrático Manuel Villoria , empieza con “leyes como la de la transparencia, reformar la Ley de Enjuiciamiento Criminal, para proteger a quienes denuncian la corrupción, sistemas más transparentes y controlados de los partidos políticos, garantizar la independencia del poder judicial, despolitizar los tribunales, etc.”. El camino largo necesita más de una generación y se produce en la escuela. Según la psicóloga Helena Rodríguez, "se pueden trabajar las habilidades sociales y de empatía con los niños desde pequeños para fomentar una serie de valores morales y que no lleguen a cometer actos ilegales". Claro que si  a los niños en la escuela les enseñan que robar es malo y tienen unos padres que se llaman Jordi Pujol, Marta Ferrusola, Francisco Granados, Luis Bárcenas o Moral Santín, habremos hecho un pan como unas hostias.

Evaristo Torres Olivas
 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"Es decir, se trata de una personalidad narcisista y antisocial: personas encantadas de haberse conocido, sin ética, frías, manipuladoras y sin remordimiento por la consecuencia de sus actos"

Digamos que personalidad sicopatica.

Te has fijado que tu censurión en todo lo que publica pone una foto en la que casi siempre sale el?

Anónimo dijo...

El único modo de controlar la corrupción es que no haya aforados, que la justicia sea libre e independiente y que respete la igualdad. Siempre que hay dinero por medio, en esta sociedad, hay corrupción. Pero el dinero es de todos y todos pagamos a las personas corruptas, luego somos corruptores o corruptivos, sin saberlo.