Evaristo Torres
Olivas
jueves, 27 de marzo de 2014
Los políticos honestos
En el editorial del
El País de ayer se nos dice que Adolfo Suárez fue un político valiente,
dialogante y honesto. Esas mismas palabras las han repetido muchas personas
durante estos días, también conocidos políticos de todos los partidos. Se
destacan la valentía, la capacidad de diálogo y la honestidad, cualidades que
deberían venir de serie en un político y que no deberían causar asombro. Como
tampoco debe causar asombro que un cirujano no se desmaye ante la presencia de
la sangre o que un ciclista sepa montar en bicicleta. Se trata de habilidades,
características y aptitudes que se le
suponen a quienes ejercen ciertas profesiones, como el valor al soldado. Mal
asunto sería un cirujano cagueta, un ciclista que necesite “ruedines” y un
soldado cobarde. Lo que reflejan estas palabras es que la política española se
ha deteriorado tanto que encontrar un político honrado es tan poco frecuente
como un trébol de cuatro hojas, que nace uno de cada diez mil. Mientras que un
político honesto sea algo excepcional, en este país no levantaremos cabeza. La
honestidad y la honradez no consisten únicamente en no meter mano en la caja de
las perras. Se es también deshonesto cuando
se aceptan responsabilidades para las que no se está capacitado, se ponen obstáculos
en las elecciones primarias para que no
se presenten competidores, se coloca a la parentela en puestos de confianza
pagados con dinero público, se lanzan rumores para desprestigiar al adversario,
se callan los choriceo de los correligionarios, se arrufatea (de arrufatear,
censurar que los ciudadanos opinen en los periódicos pagados con dinero
público. La palabra deriva de Arrufat, Antonio, político y censor turolense que
fue presidente de la Diputación Provincial de Teruel gracias a que es alcalde
de su pueblo, La Cerollera, con poco más de cincuenta votos. A don Antonio le
encantaba prohibir y arrufar, otra palabra derivada de su nombre, que significa
instigar, azuzar: instigó para que el director del periódico me comunicara que
ya no escribiría ni una línea más en la publicación mientras él fuera
presidente de la Diputación). Mientras escribo esta columna, me envían un
correo en el que me informan de que el Periódico de Aragón publica que el marido de la alcaldesa de Cella se lleva
el mantenimiento del aeropuerto de Caudé. Seguro que lo ha conseguido por
méritos propios. Ya tengo tema para la columna de mañana.
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1 comentario:
¿El fontanero?
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