Evaristo Torres Olivas
martes, 18 de febrero de 2014
Caponata y Locomotoro
Lambán exige “lealtad interna”, titula Heraldo del pasado
sábado. Se refiere al proceso de “primarias”. Lo pongo entre comillas porque no son primarias ni son nada. Es un cachondeo.
Cualquiera que quisiera presentarse debe conseguir de aquí al 7 de marzo un
total de 1.326 avales. Casi imposible, a no ser que controles el aparato,
tengas todos los listados y medios a tu disposición y maniobres a tu antojo. Y
el único que puede hacerlo en estos momentos es Lambán. Es decir, que convoca
primarias para salir del paso aunque sabe que el único que las puede ganar es
él mismo mismamente. Es más o menos como lo que decía Henry Ford con su Ford T:
que los clientes podían elegir el color que quisieran siempre que fuera negro.
Pues en el PSOE cualquiera puede elegir al candidato que quiera siempre que sea
Lambán. Y para esa farsa pide lealtad. Lealtad para que lo elijan a él. Ya
verán como cuando salga victorioso, porque no hay otra posibilidad, pregonará
que han sido unas primarias limpias, democráticas y la prueba de que en el PSOE
todo se hace con transparencia. Lambán es un tipo oscuro, sin carisma, pero
esas cosas en los dos partidos que se turnan en el Gobierno, PP y PSOE, no
importan demasiado. Como decía en un reciente debate la socialista de moda,
Beatriz Talegón, “en el PSOE pones en una lista a la Gallina Caponata y la
votan siete millones”. Lo mismo sucede
en el PP si colocan a Locomotoro. La única diferencia entre un partido y el
otro es que en el PP ni se plantean lo de las primarias: eligen los candidatos
a dedo y punto, sin que nadie se moleste. Son fieles a sus principios, a sus
jerarquías y a su falta de democracia. En el PSOE, también funciona el dedazo,
pero lo llaman primarias. Y también lo llaman democracia y no lo es. Así pasan
los años y las legislaturas, con la alternancia de Caponata y Locomotoro. Tienen
de su parte una ley electoral hecha a su medida y tienen la pasta y los medios
de comunicación—o de propaganda más bien—que les aseguran la victoria. Y a los
sucesivos caponatas y locomotoros, les tienen reservados unos puestos bien
remunerados en los consejos de los bancos o en las endesas y gases naturales de
turno.
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