“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Los progres

En la última novela de Márkaris, Pan, educación, libertad, el comisario Jaritos investiga tres homicidios: de un constructor, un abogado y un sindicalista. Se trata de tres personajes “progres” que participaron en la revuelta de la politécnica de Atenas durante la llamada Dictadura de los coroneles (1967-1974) y que después, en la democracia, creyeron que había llegado el momento de cobrar los servicios prestados a la patria.   
Como ya les comentaba ayer, lo que cuenta Márkaris sobre Grecia en sus novelas es muy parecido a la situación de España. Por ese motivo, fue inevitable que, al leer la trayectoria profesional de los tres asesinados,  pensara en los muchos españoles con un recorrido similar. Me refiero a aquellos que presumen de que durante el franquismo fueron unos luchadores contra la dictadura—fuera verdad o mentira, tuvieran un papel relevante o secundario—y eso les daba derecho a campar a sus anchas durante la democracia, como si la sociedad estuviera en deuda con ellos.
Yo conozco a varios de esos. Algunos se han hecho empresarios, otros políticos y sindicalistas,  y todos presumen de que durante la dictadura se la jugaron para traer la democracia a este país. Como no hay ninguna constancia ni se expedían certificados de participación en el antifranquismo, estos personajes pueden decir lo que les dé la gana, porque no hay manera de comprobarlo.
Otros sí participaron, militando en la izquierda maoísta, en partidos para los que el PCE era una pandilla de revisionistas y el PSOE poco más que unos tontos del haba. Y después de tanto fervor y de tanto fragor acabaron postrados a los pies de los tontos del haba. Ese es el recorrido de los Ricardo Berdié,  Mercedes Gallizo y otros, que a medida que perdían fuerza revolucionaria, a medida que se desbravaban, iban ocupando asientos en los parlamentos y las direcciones generales.
Aquí como en Grecia, algunos de esos progres de antaño creen que la democracia consiste en quitar a los otros para colocarse ellos.

Evaristo Torres Olivas 

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