“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

lunes, 21 de octubre de 2013

Con el paso de los años

Hay fotografías que nos impactaron en el pasado, impactan hoy e impactarán en el futuro. Son intemporales. La composición, la belleza de lo que retratan o,  por el contrario,  la brutalidad, la injusticia, los abusos y la miseria que nos muestran. Hay otras fotografías que en el pasado no nos causaron ninguna impresión y vistas hoy,  nos conmueven. A mí me pasa con las fotos familiares. Veo ahora las fotos de cuando era niño,  que durante un tiempo  no me merecieron ninguna consideración, y  hoy me emocionan. Ver las imágenes de mis abuelos, que con menos edad que tengo yo ahora parecen tener treinta años más, los pantalones de pana remendados, la modestia del mobiliario de las casas, las tareas agrícolas con mulos. Todo lo que en su día veía como normal, hoy me produce una inmensa tristeza por la dureza de la vida de nuestros padres y abuelos.
Algo parecido me ha sucedido al contemplar la foto que se muestra más abajo. Es una foto de 1936, de un grupo de falangistas en la puerta del Ayuntamiento de Sevilla. Forma parte de la exposición El golpe  que recientemente se ha exhibido en el Centro de Estudios Andaluces de Sevilla. En su día, esa foto de unos tipos con uniforme, de señoritos trajeados y de uña señora arrodillada fregando, sería vista como algo normal, habitual. Hoy sin embargo, a mí me produce dolor mirarla. El contraste de  pistoleros y señoritos con la mujer arrodillada es brutal. Nadie le presta atención, tiene la misma consideración para esa gente que un perro que casualmente pasara por ahí mientras el fotógrafo disparaba. Una decena hombres de pie y una mujer arrodillada, escurriendo el trapo con el que friega las escaleras. En esa imagen vemos de golpe, brutalmente, la situación de la mujer en ese periodo, las diferencias de clase y la ideología de la Falange. Todo en un sólo golpe de vista. Doña Pilar Primo de Rivera y su Sección Femenina se encargaron durante todo el franquismo de que la mujer y el perro tuvieran  idéntica  consideración; se les podía humillar, maltratar, golpear e ignorar. Para esa gentuza, se trataba de seres inferiores al servicio del hombre, del macho ibérico.

Evaristo Torres Olivas 
Falangistas en la puerta del Ayuntamiento de Sevilla / © ICAS-SAHP. Fototeca Municipal de Sevilla. Archivo Serrano.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tienes razón en lo que comentas. Ahora, lo que más necesitaríamos es saber transmitir a los demás que, si no ponemos medios, podemos llegar en 20 o 30 años a una sociedad bastante similar a la que ilustra la fotografía.

Pues mucha gente sigue pensando que las escasas garantías sociales que ahora, todavía, puede disfrutar, vinieron como consecuencia "lógica" del paso de una dictadura a un régimen de partidos, otorgadas por los nuevos gobernantes u otros bulos parecidos. Poca gente sabe o recuerda que lo poco positivo que ha tenido la gente de abajo en estos últimos treinta y tantos años fue fruto de la presión popular, fueron concesiones de los poderosos para evitar lo que hubieran sido para ellos "males mayores" y poder mantener casi intactos sus privilegios y su control sobre el territorio, sobre la riqueza de todos y sobre sus semejantes.

La gente se dejó llevar por la euforia de dichas conquistas, se acomodó y se echó a dormir, mientras que ellos, día tras día, no han dejado de trabajar para recuperar lo que perdieron. Y así nos va.