Enviado al Diario de Teruel y no publicado
Antes de terciar entre las opiniones tan dispares que
mantienen en estas páginas Miguel Ángel Artigas (Deus Vult, 27 de julio) y mi paisano de Villarquemado David López
(Deus nolit, 29 de julio), quiero dejar claro qué pienso de la religión.
Yo pongo la religión al mismo nivel que la astrología o la
alquimia. Lo que no quiere decir que no sirva para nada: sirve, como decía
Napoleón, para evitar que los
pobres maten a los ricos.
Mi paisano David, que
se confiesa creyente y cristiano, incurre en errores de bulto en su carta al
director: el creyente no tiene dudas respecto a la existencia de su dios y
David escribe que “no hay nada más alejado de lo que yo entiendo por Dios, si
es que existe”. Si eres creyente, crees; y si dudas, serás otra cosa. Tampoco
acierta David cuando añade que afirmar en las desgracias que “así lo ha querido
Dios” es una “auténtica aberración” y algo impropio de cristianos. Yo, por el
contrario, creo que esa forma de pensar está en la esencia de las religiones.
Tomemos el Padre Nuestro: “Padre Nuestro, que estás en los cielos…hágase tu
voluntad en la tierra como en el cielo”. Sigamos con las escrituras, en las que
un dios vengativo arrasa sodomas y gomorras, produce diluvios, epidemias,
hambrunas y lo que le echen. Continuemos con los milagros de dioses y vírgenes
que se aparecen a campesinos y pastores lelos y no en un congreso de física
cuántica, de fotónica o de de biología molecular. Si los dioses y los santos
pueden curar cánceres y lepras, también pueden impedir que un tren descarrile en
Galicia y mueran ochenta personas.
La realidad es que
los milagros son un cuento chino y las desgracias todavía no hemos sido capaces
de controlarlas totalmente, aunque algo hemos avanzado en el conocimiento de
nuestro entorno y de las leyes que gobiernan los planetas, el universo, la naturaleza, la vida, las moléculas y los
átomos. A mayor progreso de la ciencia, con el acceso a la educación, la cura de las enfermedades, el
aumento de la esperanza de vida, menor es el número de seguidores de las
religiones.
Si mi paisano David
confiesa que no sabe qué es la energía fotónica, no tiene sentido, entonces, que afirme que si fuéramos energía fotónica
“no podríamos elegir entre el bien o el mal”. Si se ignora algo, no se puede afirmar ni negar nada de
ese algo. Como tampoco se puede afirmar que dios existe solo porque se cree en
él. En lo único que coincido con David es en que nos convertiremos en polvo.
Espero que sea en polvo enamorado, como escribieron Quevedo y Luis Eduardo
Aute.
Finalmente, no he
terciado entre Miguel Ángel y David: me he inclinado claramente hacia la
postura defendida por el señor Artigas. Como dios manda.
Evaristo Torres Olivas
1 comentario:
Para ti y para quien lo lea os recomiendo que busquéis en youtube los videos de un tal Pat Condell. Debe ser angloparlante pero tiene muchos con audio castellano.
Van sobre el tema y dice unas cuantas cosas claras e interesantes.
Publicar un comentario