Evaristo Torres Olivas
viernes, 12 de julio de 2013
Mujeres y champán
Durante los días de la Vaquilla, el Diario de Teruel se
ha convertido en una revista de
colorines para reproducir a todo color fotos de los toros, puesta del pañuelico
y disfraces. Más que un periódico parecía una revista escolar que publica lo
mejor de una excursión de fin de curso. Y también se recogen opiniones de los
turolenses sobre las fiestas: que si lo mejor es la merienda, la soga y la
baga, el campanico, colgarle el pañuelo al Torico o la alegría de pasear con la
charanga. Todo aquello que, según
escribe el alcalde en el diario de Teruel del pasado sábado, hace de la fiesta
de Teruel la mejor del mundo. Cuenta el alcalde Blasco una bonita historia que
le contaron; la de un joven de 28 años, que no es de Teruel, que llega a las
fiestas por primera vez “tras deambular por media Europa terminando sus
estudios universitarios. Tras conocer la
Vaquilla, y al regresar a su casa, dijo a su familia algo así como “…¡y dónde
he estado yo estos últimos años!...””.
Para llorar. O para echar la pota.
Hace falta ser simple o cínico para
decir tonterías semejantes. Un gran nivel intelectual, similar al de dos
chavales, Ángel y Pablo, que opinan en el Diario del lunes 8 de julio que “lo
mejor del domingo de la Vaquilla es el alcohol y las mujeres”. No difiere mucho
de lo que decía el protagonista de un chiste de cuando yo tenía diez años: lo
bien que se vivía con mujeres y champán. O de la canción esa de sexo, drogas y
rock & roll de Ian Dury. Seguro que Amy Winehouse hubiera disfrutado en
Teruel durante los tres días de julio que dura la Vaquilla. Como ven, la
estupidez humana se mantiene a lo largo de los años. Decir que la Vaquilla es
la mejor fiesta del mundo, o que como en España no se vive en ninguna parte, o
de Madrid al cielo, forma parte de las bobadas que suelen decir los españoles,
las mismas que los bávaros cuentan de su
Oktoberfest que es la hostia porque dura
más dos semanas y la gente canta, bebe y come hasta reventar, o los cariocas de
su Carnaval. A mí, por mucho que me guste mi tierra—por el único motivo de que
he nacido aquí—no se me ocurre decir tontadas sin fundamento como hace el
alcalde Blasco. Es más, por mucho que guste Teruel, no se me ocurre afirmar que
nuestro alcalde es el mejor del mundo. Probablemente esté en el decil inferior, en el de los peores. Del
mundo mundial.
Etiquetas:
A samugazos
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Evaristo: Es el problema de llevar la boina calada hasta las orejas, en el caso del Alcalde, por debajo del pelo.
Y en algunos casos una buena dosis de xenofobia.
Publicar un comentario