Evaristo Torres Olivas
miércoles, 19 de junio de 2013
¡Guau!
Yo soy el “dueñastro” de un perro (el perro no es mío sino
de mi hija que se ha ido a vivir a la India. Ahora ejerzo la patria potestad, o
como se llame esa institución aplicada a los canes). Uri, como el doblador de
cucharas, se llama mi perro. Tiene 12 años, que traducido a la edad humana, son
cerca de ochenta tacos. Yo lo alimento, lo acaricio, lo saco a pasear tres veces
al día y lo llevo al veterinario cuando lo necesita. Y él a cambio me hace
compañía, mueve el rabo de alegría y permanece muchas horas a mi lado, tumbado,
con la cabeza apoyada sobre la alfombra. Nunca protesta si me voy de casa y lo
dejo solo durante horas. Cuando vuelvo, nunca
me hace preguntas ni me reprocha nada. Por las noches, cuando debido a las
pastillas para la tensión me levanto
para ir al baño, Uri se despierta y
aprovecha para beber agua. Nos cruzamos por el pasillo, nos miramos sin decirnos
nada, medio dormidos los dos, y nos volvemos cada uno a nuestro sitio: yo a mi cama
y él a la suya. Saber que está ahí me da
seguridad (a pesar de que Uri no levanta más de veinte centímetros del suelo),
tranquilidad y hace que no me sienta solo. Todo este rollo sentimentaloide para
decirles que me gustan los perros y algo
sé de cómo se comportan, qué les gusta y qué se la “repampinfla”. Leo en la prensa que a un pastor alemán de
trece años, Ajax, adiestrado para detectar explosivos, le entregaron
recientemente la Medalla de Oro de una organización veterinaria del Reino Unido y ayer fue recibido en
audiencia por el rey. Tanto a mi Uri como a Ajax, que les den una medalla o que
les reciba el rey o el papa, les importa un bledo. Lo que aprecian es una buena
comida, las caricias, revolcarse en la hierba, correr o andar por el campo,
perseguir a los gatos, tumbarse al sol o la sombra, según la estación. Lo que
me gusta de los perros es que no te
dejan tirado, como otros amigos, si tu fortuna cambia, si te quedas sin trabajo
o si pasas de rico a pobre. Y lo que me jode es que los humanos tratemos a los
perros como si fueran personas, creyendo que una medalla o un diploma les hace
ilusión. En este caso, el rey ha utilizado al perro Ajax para hacerse
propaganda y lavar su imagen de cazador de osos y elefantes. Mi perro Uri, que
desconfía de la gente con malas intenciones, le habría enseñado los dientes.
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A samugazos
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2 comentarios:
No tengo perro. No tengo nada contra los perros. Los "grandazos" cuando van sueltos me dan miedo, a pesar de que sus dueños me digan que no hacen nada. Además pienso que deben dar mucho trabajo.
¡Guay! digo yo. Este es uno de los artículos tuyos que más me ha gustado desde hace tiempo. Quizá sea por que sólo tocas tangencialmete a los indeseables politicos y corruptos de turno de los que estamos saturados y hablas más de tus sentimientos y de la vida cotidiana. Te animo a que publiques más articulos en esta línea.
Saludos.
Muy bueno este artículo por cierto que clase de perro es?
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