Evaristo Torres Olivas
martes, 16 de abril de 2013
Organizaciones anquilosadas y avejentadas
Escribí esta columna antes de saber si Cándido Méndez sería
reelegido por sexta vez secretario general de UGT. Es el
único que se presentaba. Seis por cuatro, veinticuatro. Esos serán los años que
permanecerá al frente del sindicato. Casi un cuarto de siglo. Una vergüenza. Y
me jode tener que decirlo porque creo que los sindicatos son necesarios, los
sindicatos de clase, fuertes, democráticos, para defender los derechos de los
trabajadores. Y me cuesta creer que un sindicato como UGT, con más de un millón
de afiliados, no sea capaz de renovar sus cuadros dirigentes, de darle las
gracias a Cándido, una cena homenaje y un reloj, y que se retire a escribir sus
memorias o a actualizar los conocimientos de su profesión de ingeniero químico. El caso de UGT no es
único; sucede lo mismo en otros sindicatos y en los partidos políticos. Hablan
de la limitación de mandatos, de renovación, de cambio, pero cuando llega el momento de las
elecciones, curiosamente, solo hay una candidatura: la suya. Y no tienen más
remedio que sacrificarse por el partido o por el sindicato. Eso dicen, los muy
ladinos. La realidad es otra: las cúpulas dirigentes de los partidos y de los
sindicatos anteponen sus intereses a los de los afiliados y militantes. Un buen
dirigente es aquel que durante su mandato, además de gestionar la organización,
de hacerla crecer y de resolver los conflictos, es capaz de crear un clima de
libertad en el que los talentos puedan aflorar, de tal manera que después de
los ocho años de mandato, como máximo, haya no uno ni dos, sino al menos media
docena de hombres y mujeres perfectamente capacitados para sustituirle. Cándido
Méndez, y muchos otros dirigentes que se perpetúan en sus puestos, no son
líderes carismáticos, extraordinarios, de esos que aparece uno cada siglo. En
lo que sí destacan es en su capacidad para manejar los aparatos de sus
organizaciones, controlar y canalizar el flujo de la información y bloquear
todas aquellas manifestaciones que puedan poner en peligro su continuidad en el
puente de mando del barco. Que Méndez esté al frente de UGT durante un cuarto
de siglo solamente significa que se trata de una organización anquilosada,
avejentada e incapacitada para defender otros intereses que no sean los de la
cúpula dirigente.
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A samugazos
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