“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

viernes, 3 de agosto de 2012

Los curros reales

Es cierto que lo ha dicho en una charla informal entre periodistas en un viaje caminito de  Moscú. En un avión de superlujo. Pero aun así, jode. Jode un huevo que se te rían en la cara. El rey Borbón,  Juan Carlos,  se ha quedado tan ancho al decirles a los periodistas que “otro estaría de baja, pero yo tengo que currar”.  ¿Y por qué debería estar de baja? Porque se rompió la cadera cazando dumbos en Botsuana. Lo que se merece es que lo hubiéramos puesto de patitas en la calle, aplicándole la reforma laboral. ¿Motivo? Ausentarse del puesto de trabajo sin causa justificada y sin avisar a sus jefes, que somos los españoles. Porque el empleado Juan Carlos se fue al extranjero sin que nadie lo supiera. No sé a qué sindicato real pertenece nuestro rey, si a la Unión General de Reyes o a  Comisiones Monárquicas, pero estoy seguro de que ya le habrán recriminado su comportamiento en privado. Tanto por irse a cazar paquidermos a África como por decirnos que otro estaría de baja pero él, pobrecito, tiene que currar. Como también tiene que currar su yerno, Urdangarin. ¡Y a qué precio!  Se ha publicado que Telefónica ha renovado el contrato de Iñaki Urdangarin. Estas son las migajas que percibe el señor: 2,7 millones de euros de salario y 4,5 de indemnización si se prescinde de él. ¿Y cuáles son sus méritos para percibir semejante salario? Yo no conozco ningún otro que el de estar casado con una infanta, haber sido un jugador de balonmano y ser un presunto corrupto.  Por lo visto, para César Alierta, presidente de Telefónica, motivos más que suficientes para justificar ese salario. Ser marido de la infanta da prestigio; lo del balonmano sirve para dar algún pelotazo si la ocasión se presenta y ser un presunto corrupto lo relaciona con don César que también cometió un delito de uso de información privilegiada del que sacó un importante provecho económico, aunque fue absuelto por la prescripción del delito, oh casualidad y vaya potra para el señor Alierta. Claro que el rey,  para dar ejemplo, se ha bajado el sueldo 20.000 euros y el príncipe Felipe, 10.000. Un pequeño paso para la familia real pero un gran paso para la demagogia.
Evaristo Torres Olivas

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