“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

miércoles, 18 de julio de 2012

Trajes

Hace unos días, un periódico, creo que era el Heraldo, reproducía una foto de la princesa Kate Middleton, la mujer del hijo del Orejas, hijo a su vez de la reina Isabel II. En el pie de foto se decía que repetía traje, que ya lo había llevado en otra ocasión. Se trataba de un modelo de una cara modista que costaba un huevo. No es la primera vez que se acusa a alguien de repetir atuendo. Criticar los trajes que llevan los famosos es un asunto que interesa mucho en este país. Que si Letizia llevó el mismo vestido en su viaje a Chile que en el bautizo de Borja Alonso Dos Sicilias de Mora y Aragón; que si la infanta Carlota repitió modelo de Rufino Pichorras en el casamiento de su prima Ildefonsa. Ignoro si en el extranjero se interesan por estas cosas, pero aquí es asunto de suma importancia. Y no debería serlo. Porque nos cuesta un huevo. En otros curros, como mucho te dan dos monos al año o un par de camisas blancas y dos pares de pantalones y con eso tienes que pasar el año. En el curro de rey, reina, príncipe, princesa y todo el resto de la jerarquía, el presupuesto en uniformes de trabajo asciende a una fortuna. No es suficiente con tres trajes al año, uno de verano, otro de invierno y el tercero de entretiempo, comprados en Zara o Massimo Dutti, sino que necesitan tantos trajes como actos a los que asistan y  hay que acudir a los y las grandes de la costura. ¿Y quién paga todo eso? Nosotros con los impuestos. Y somos tan gilipollas que en lugar de alegrarnos de que el traje de tres mil euros que le hemos pagado lo ha llevado en varias ocasiones, se lo criticamos para que la próxima vez se vuelva a gastar otros tres mil euros y no se le ocurra repetir ni traje ni peinado, ni zapatos ni collar. En estos tiempos de crisis, tendríamos que alegrarnos de esas repeticiones. Y al igual que en una empresa en la que trabajé que cuando pedías un lapicero nuevo te exigían que llevarás el viejo, cuando esta gente pidiera un traje nuevo debería llevar el viejo para asegurarnos, antes de comprarle otro, de que no tiene arreglo. Hay personas muy habilidosas para remendar las ropas usadas. Mi abuela por ejemplo. Era capaz de que unos pantalones pasaran de los hermanos mayores a los pequeños. Que contraten sastres remendones y sastras remendonas en todas las casas reales.
 
Evaristo Torres Olivas

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