“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

viernes, 16 de marzo de 2012

Circo, maroma y teatro

No sé muy bien qué les enseñan a los dirigentes de los partidos en las escuelas, fundaciones y centros de formación que tienen y que se financian con viruta pública. Me refiero, en el caso del PSOE, al Instituto Jaime Vera de la Fundación Ideas y a otros institutos y fundaciones de otros partidos. Yo lo que percibo es que a lo único que les enseñan es a cacarear, a decir lo bueno que son ellos y lo malos que son los adversarios. Me da la impresión de que les instalan un chip o algún inhibidor de frecuencias que les impide reconocer sus cagadas y exagerar las del adversario. O tal vez algún tipo de condicionamiento, al estilo de los perros de Pavlov. Lo cierto es que los políticos, ante el mínimo estímulo en forma de declaraciones del adversario, empiezan a babear por el colmillo retorcido y se le lanzan a la yugular. Eso de cara a la galería, a los imbéciles de los ciudadanos que nos creemos que la cosa va en serio. La realidad es que es todo de mentirijillas, como los combates de lucha libre. Los oponentes hacen como que se machacan aunque la realidad es que son amigos y trabajan para la misma empresa. No en vano los orígenes de la lucha libre están en los carnavales y en las actuaciones en circos y ferias ambulantes. Dice un luchador mexicano (en México hay mucha afición) que “la lucha libre es circo, maroma y teatro”. Y en una payasada hemos convertido la política. En un circo en el que actúan  Gabi, Fofó y Miliki. O Guillén, Arrufat y Velasco. Y al igual que los puestos de payaso se heredan de padre a hijos, en política también tenemos a los Fofito, Milikito, Rody y Rita Irasema.  O si prefieren nombres más apropiados para la lucha libre,   tenemos  al Censor de La Cerollera,  El Enmascarado del Congreso, y  El Justiciero de León. Las candidatas a Rita Irasema podrían ser Esmeralda Iranzo, Mayte Pérez y Yolanda Casaus. No estoy muy al tanto de si hay mujeres en la lucha libre porque si así fuera las podríamos llamar  La Gladiadora de Andorra, La Templaria de Teruel y  La Faraona de Cella. Tanto ellos como ellas se dedican al mundo de los espectáculos ambulantes,  de las barracas de feria y de las rifas de muñecas Chochona, sólo que con menos sufrimiento y mayores ingresos que los feriantes de verdad . E idéntico cacareo.


Evaristo Torres Olivas

1 comentario:

Abogado dijo...

Lo de la gladiadora de Andorra está clavado. Te felicito.