“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

viernes, 10 de febrero de 2012

Adoctrinamiento Nacional


Ya estamos otra vez con otra reforma educativa. Y van no sé cuántas. Y la asignatura de Educación para la Ciudadanía ahora se va a llamar otra cosa, Educación Cívica y Constitucional. Si solo fuera el nombre, no tendría mayor importancia pero viniendo de quien viene, el PP, me temo que los contenidos también van a cambiar para parecerse a lo que nos endiñaban en mis tiempos de estudiante y que recibían el pomposo nombre de Formación del Espíritu Nacional. Una comedura de tarro franquista que impartían fanáticos del Régimen. En mi caso, un periodista del periódico Amanecer, de Zaragoza. Después de tantos años de democracia, en algunos aspectos no hemos avanzado nada. No hemos sido capaces ni siquiera de consensuar un modelo educativo que permanezca en el tiempo. Así nos va. Sé que la nueva asignatura va a ser un retroceso porque ha sido alabada por los curas. Y en este país, con la Iglesia que tenemos y los roucos varelas que la mangonean, cualquier cosa que a ellos les parece bien supone retroceder 25 años o más. Es casualidad, pero en la página del periódico en la que leo el anuncio por el ministro Wert de la nueva asignatura, leo también que Francisco Camps visitó la Basílica de la Macarena, en Sevilla, para darle las gracias por la absolución por los pelos (cinco a cuatro) del delito de cohecho impropio. A estas cosas me refiero cuando digo que hemos retrocedido. Si seguimos por este camino, dentro de nada se propondrá que nuestro presidente Rajoy entre en las iglesias bajo palio. Soplan malos tiempos. Y las víctimas de todos estos desaguisados son los chavales, a los que, en lugar de transmitirles conocimientos y enseñarles a pensar, se empeñan en taladrar sus cerebros y llenarlos de agujeros de queso gruyer de la intolerancia y de bazofia ideológica y religiosa. Tengo la convicción de que al presidente y a estos nuevos ministros del partido que acaba de arrasar en las elecciones, no les interesa que en nuestras escuelas se formen ciudadanos libres y críticos; lo que quieren son súbditos dóciles e ignorantes que crean que los ricos y los poderosos son así porque Dios lo ha querido.

 
Evaristo Torres Olivas

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Al PP no le interesa formar espíritus críticos y libres, de acuerdo, pero, ¿le interesa a algún otro partido?
Cierto es que algunos se acercan más que otros a la idea, pero aún así... movimiento casi nulo en ese sentido.
La verdad es que para formar personas librepensadoras, para enseñar sin dogmatismos, etc... se necesitan muchos ingredientes y, hoy por hoy, estamos más cerca de Plutón que de conseguir una enseñanza próxima a esta línea.

Viene, estamos subidos ya en el carro, una involución democrática, económica (para los de abajo), social y cultural.
Quizá reaccionemos cuando sea ya demasiado tarde.

TRALLERO dijo...

En España, en la democracia actual, hemos tenido muchas y dispares leyes de Educación. Del PP no se ha aplicado ninguna, por eso tienen ganas, esta vez se están dando prisa, no les pase como con la Ley de Calidad.
Los de derechas quieren adoctrinar con la Educación Cívica, los de izquierdas con su Educación para la Ciudadanía, en cada autonomía amaestran lo que pueden y más, para “defender lo propio”. ¿Ponerse de acuerdo?: nunca. Nunca porque los pobladores que ocupamos este tinglado llamado España, andamos todos a la greña, y atrincherados. Somos como los judíos, moros y cristianos que anidaron estas tierras hace siglos, que dicen que convivían pero no, no era así: coexistían y a duras penas.