“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

jueves, 26 de enero de 2012

Como los ricos

Hay gilipollas podridos de pasta que alquilan todas las habitaciones de un hotel de lujo para ellos solos, o compran todas las entradas de un concierto, de una sala de fiestas, o todas las plazas de un crucero de lujo. La ventaja de vivir en Teruel es que a veces, sin esperarlo, se puede disfrutar del lujo de los ricos por menos de seis euros. Y eso es lo que me pasó a mí. Lunes 23 de enero. 8:20 de la tarde. Cine Marín de Teruel. Pido una entrada en taquilla. Quiero ver el estreno de la película La chispa de la vida, de Álex de la Iglesia.  Asciendo por la alfombra roja. Arriba me recibe la acomodadora con una enorme sonrisa. Puedo comprar palomitas, refrescos, caramelos. Todo bien iluminado, una temperatura agradable. Aunque faltan diez minutos para el comienzo, decido entrar en la sala y así poder elegir un buen asiento. No hay nadie. Me siento en la fila diez. Pienso que seguramente la gente acudirá en los últimos cinco minutos. No es que espere un llenazo, pero una película de estreno al menos atraerá a dos o tres docenas de espectadores. Suenan los tres pitidos de aviso. Se apagan las luces. Se hace la luz en la pantalla. Y durante una hora y media se proyecta la película para mí solo.  Qué despilfarro. Calentar el local cuesta una pasta. Dos personas trabajando para que yo disfrute del espectáculo: la acomodadora,  y el proyeccionista. Y cientos de asientos a mi disposición. Como los ricos. Y de repente, y sin que sea una cinta de terror, me entra miedo. Por la desproporción. Si estar en un sitio pequeño produce angustia, cuando el lugar es demasiado grande la sensación es de miedo. En cualquier momento, y desde cualquier sitio, puede surgir lo inesperado. Te cuestionas si estás en una situación real o es un sueño en el que tú eres el único espectador de una película y presientes que algo va a suceder. Luego piensas si los ricos también sienten el miedo de la desproporción: tener cantidades desproporcionadas de dinero, mansiones desproporcionadas y poder desproporcionado. Y finalmente, también piensas que el cine Marín representa a la provincia de Teruel que, al paso que vamos, se está quedando sin espectadores.
 
Evaristo Torres Olivas

1 comentario:

Anónimo dijo...

Evaristo, nada dices de La chispa de la vida. Si no fuera porque al amigo Alex hace tiempo que lo metí en el saco de los "prescindibles" (con su amiguete Almodóvar), igual te hubiera mangado las palomitas y te habría hecho cucones desde la fila trece... Lo dicho, ¿y la película, qué? Anda, perillán, ponle nota.