“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

viernes, 9 de diciembre de 2011

Jefes e indios

El otro día, en una conferencia sobre las guerras y los mílites, el ponente afirmaba que en España tenemos 170.000 militares, de los cuales 50.000 son oficiales. Una pobre ratio: 2.4 indios por cada jefe. Y es que a los humanos nos gustan las jerarquías, los nombrecitos y los títulos. Nadie se conforma con ser soldado raso y en cuanto puede, se pone los galones de lo que sea, de alcalde-presidente, de capitán general de la concejalía de asuntos varios o de almirante del grupo de socorristas de la piscina de verano. Esta manía se da más en unos países que en otros  y más en el funcionariado y la política que en la empresa privada. En España, nos encontramos con una ristra interminable de directores, subdirectores, adjuntos, jefes, jefecillos, encargados, de departamento, subdepartamento, negociado, escalera, célula, rincón, agujero y subesquina. De lo que se trata es de que haya uno remando y diez dando instrucciones; o mejor aún, todos a mandar y que vaya la barca sola. En todo esto pensaba cuando he leído en el Heraldo de Aragón la publicidad de una clínica de depilación en Zaragoza, una de esas que utilizan la última tecnología: “láser alejandrita con variador de pulso, intralipoterapia y carboxiterapia indolora”.  Pues bien, en esa clínica todo son jefas y así aparece en la foto: una directora, una codirectora y una subdirectora. Y todo eso en un piso, el 3º C. Y lo que está claro es que un jefe no se va a poner a arrancar pelos. La misión del jefe es ordenar que se arranquen los pelos. Supongamos que cada jefe manda a tres (menos de 3 considero que no se es jefe ni se es nada, por mucha tecnología de depilación y mucho láser alejandrita de pulsación variable   que se tenga). Tres jefes y nueve subordinados son doce personas. Si añadimos el espacio que ocupan los aparatos, los productos para depilar y la caja registradora, eso más que una clínica de afeitado se parece al camarote de los Marx. Y eso sin contar los clientes. También les digo otra cosa: mantener a tanto jefe  cuesta caro. Así que si han decidido ir a una clínica quitapelos, lo mejor es que vayan a un sitio donde solo haya un depilador o depiladora y ningún jefe. Conseguirán que les depilen sin que les tomen el pelo y sin salir trasquilados.
 
Evaristo Torres Olivas
Directora, codirectora y subdirectora


1 comentario:

Anónimo dijo...

Me he reido un rato!

Ahí solo trabaja una: la subdirectora. Es la más joven, no lleva collar ni uñas pintadas. La Directora es la que puso la pasta, se jubilará pronto, aunque de hecho ya no aparecerá más que a cobrar...

La codirectora es la que corta el bacalao! y debe ser sobrina o similar de la Dire,además de llevar unos años trabajando...

Buen fin de semana!