“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

sábado, 28 de mayo de 2011

Sobra chorizo

Hace unos meses los dos partidos mayoritarios aprobaron una reforma de la Ley electoral. Pura cosmética. Nada de permitir listas abiertas ni otras propuestas de izquierdistas radicales. Entre las reformas que aprobaron figura una esencial para el progreso de la democracia: que el votante pueda introducir él mismo los sobres en las urnas sin la colaboración del presidente de la mesa. Como ven, un pequeño paso para el votante pero un paso de gigante para la democracia. Esa modificación legislativa ha permitido, según me cuentan, que en un pequeño pueblo de Teruel, un votante cabreado y conocedor de las floras y de  las faunas políticas  de este país, introdujera en el sobre de votación tres rodajas de chorizo. Un puede pensar lo que quiera. Tal vez el votante pensara que sería una buena idea que los componentes de la mesa, después de una larga jornada, pudieran prepararse un bocadillo, después del tedioso recuento. También podría ser que intentara hacer publicidad de los productos de su empresa o establecimiento comercial, al igual que algunas veces nos mandan por correo muestras de champús o de colonias. Como recibimos tanta propaganda en nuestros buzones, tantas papeletas de voto, también puede ser que el ciudadano o ciudadana quisiera aprovechar uno de los sobres para guardar los restos de la merienda del día anterior y en el momento de salir a votar, se confundiera y se llevara el del chorizo en lugar del de su partido favorito. Y como última posibilidad, aunque remota, pudiera ser  que la persona votante quisiera enviarles una indirecta a los políticos. No seré yo quien recomiende ese tipo de acciones en algo tan importante como son unas elecciones en las que nadie se fía de nadie y los partidos envían a sus apoderados para que vigilen a los cabrones de los otros partidos para que no den el pucherazo. ¡Menudos son los de los otros partidos! Te descuidas y te embuten en la urna un fajo de sobres de su secta. Aunque yo no apruebo lo que hizo ese votante o esa votanta, no habría estado de más que en el otro sobre, el de las autonómicas hubiera metido unas migas de pan, para que los del recuento de votos hubieran podido hacer un chiste malo: no hay pan  para tanto chorizo.

Evaristo Torres Olivas



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