Lo cuenta Raúl del Pozo en una de sus columnas en El Mundo: uno de cada cuatro coches que circula por Madrid lleva los cristales ahumados como los de los gánsteres. Por Teruel circulan menos coches pero la proporción debe de ser la misma. Hace unos días me adelantó uno por la autovía. Yo iba a 110 y un cochazo negro con lunas tintadas me sobrepasó a toda hostia. No me dio tiempo de apuntarme la matrícula. Me habría resultado útil en mis paseos por la ciudad; para comprobar las matrículas de los coches de gánster que entran y salen de los centros dónde hacen como que trabajan los políticos que viven mamando del presupuesto. No para denunciarlo, porque la palabra de un expulsado del diario local tiene menos valor que un cortacésped en el desierto. Pero sí para reforzar mi convicción de que los primeros que no cumplen las normas son los que las imponen a los demás. Los coches de los gánsteres deben de estar fabricados con la tecnología “stealth”, la de los aviones sigilosos o furtivos, esos que no son detectados por los radares. Aviones- fantasma. Aunque lo más probable sea que cuando llega una multa de un coche oficial, un dispositivo digital la cancela: el funcionario de turno que la rompe con sus propios dedos. Cuando yo era estudiante de bachiller, nos ponían problemas de trenes que salían de dos ciudades diferentes y había que calcular el punto de encuentro. No estaría mal que en la asignatura de Educación para la ciudadanía y en las pruebas de selectividad pusieran preguntas como esta: Un Audi de alta gama sale de Zaragoza con destino a Madrid a las 10 horas. Diez minutos más tarde sale de Madrid hacia Zaragoza otro Audi idéntico. En cada coche viajan un político y su chófer. Si el sueldo de cada político es de 100.000 euros y el de cada chófer de 30.000 euros, y la velocidad a la que circulan es de 160, se pide calcular: A. Coste para el erario en el punto en que se cruzan los dos vehículos. B. Lo mismo al final del trayecto. C. Si en lugar de salirle gratis las multas, las tuviera que pagar el político de su bolsillo, calcular el ahorro que supondría para la Administración la asignación de coches oficiales a los políticos.
Evaristo Torres Olivas
Avión fantasma
Político español dándole instrucciones a su chófer
Político sueco dirigiéndose al trabajo en su vehículo oficial
1 comentario:
Desde luego, no es casualidad que los coches oficiales y los de los gángsters se parezcan tanto.
La facultad del crimen vendría a ser como la de medicina: todos estudiaron lo mismo pero luego unos hicieron medicina forense y otros se especializaron en la función pública...
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