“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

domingo, 13 de febrero de 2011

Engürtelamiento

Hacía tiempo que no leía al ínclito Arnal, uno de los encargados de distribuir la ideología sembrada y cultivada en las ubérrimas tierras de la derecha. Hoy he vuelto a pecar, dios y san Josemari me lo perdonen, y he entrado al blog de don Javier. Si tuviera que definir la labor que hace el señor Arnal, con sus colaboraciones en el Diario de Teruel, en otras publicaciones de Iberoamérica o en su blog, diría que actúa como un think tank cutre, a pedales. La sutileza no es lo suyo: Arnal va directamente al caca, culo, pedo, pis. En un artículo que titula Rajoy se moja (yo lo habría titulado Rajoy se moja y Jaime Oreja, jamás) escribe: “Rajoy propone, por ejemplo, privatizar o cerrar muchas empresas públicas. Un PSOE, con ZP o con otro candidato, no hará esa propuesta, ni tomará medidas: ha engordado en estos años esas empresas. Es el resultado del estatalismo que preside la ideología socialista, por más que haya crisis o no la haya”. El mismo runrún de siempre, el mismo mantra, idéntica tabarra. A fuerza de repetirlo, ellos mismos se lo creen. Tal vez sea esa la razón por la que para dirigir los ayuntamientos, comunidades autónomas o el Estado, que no dejan de ser empresas públicas pequeñas, medianas o grandes, la derecha elige a sus peores representantes. Al no creer en la empresa pública, se reservan a los mejores para presidir las empresas que privatizan los tontos. El proceso es sencillo: se toma una empresa pública, se coloca para dirigirla a un político tonto para que la hunda. Se privatiza y se coloca al listo para reflotarla y hala, a hincharse a ganar millones. Yo conocí a la empresa Telefónica en tiempos en que era una empresa pública y puedo prometer y prometo que el número de tontos por ciento en la escala directiva era muy elevado. A unos cuantos de esos los tenía yo de jefes en una empresa privada que los fichó para ver si debido a sus contactos podían conseguir que la empresa le vendiera a Telefónica centrales de conmutación. No duraron ni un año: hubo que despedirlos por chorizos. Y es que hay un curioso fenómeno que no estoy seguro de que el think tank del señor Arnal pueda explicarnos: la tendencia de los políticos tontos hacia el “engürtelamiento”.

Evaristo Torres Olivas

2 comentarios:

eduardo dijo...

Si es que esa, es la función de cualquier socialismo: si algo produce o puede producir dinero...pues para el estado. Bastante tiene la cosa publica o común con apechugar con servicios sociales que no pueden producir beneficios. La sanidad universal, las pensiones, los servicios sociales,la educacion generalizada,la policía,el medio ambiente...etc, etc.
Pero nuestros gobernantes, los de ahora y los de hace poco, lo han entendido al revés: si algo causa pérdidas económicas...se lo queda el estado, y si puede ser un filón de beneficios se privatiza, que los amiguetes ya exprimiran bien la vaca. Las empresas de energía, la telefonía, la minería,...
La educacion, la sanidad, las pensiones...ya son un bocado apetitoso para que dejen de ser "comunes", mueven muchos millones, y pronto se haran "competitivas" en manos de empresarios, bancos y financieros internacionales...
Y los trabajadores de esos sectores.. al paro, que de momento no parece que se privatice...ni los sindicatos.

Anónimo dijo...

Los tontos roban porque son tontos, los normales por normales y los listos, por listos.
Unos más y otros menos, pero todas y todos ellos acaban, de alguna manera, con la vida resuelta y bien resuelta.

Saludos