“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

viernes, 17 de diciembre de 2010

No robarás

España es una potencia. La número uno. En fútbol. Porque en otras actividades, como Educación, nos situamos por el medio de la tabla. Y en algunas, como en transparencia de las administraciones públicas y corrupción política, en puestos de farolillo rojo. Yo soy partidario de la asignatura de Educación para la ciudadanía en la escuela pero no en la Administración. Obligaría a todos los cargos públicos a aprenderse de memoria el Catecismo. Y como a lo mejor es demasiado, dada la limitación intelectual de muchos de ellos, al menos que se aprendan el séptimo de los Diez Mandamientos: no robarás. También cambiaría la fórmula de juramento o promesa de los cargos públicos. Además de de la monserga esa de juro/prometo cumplir fielmente las obligaciones del cargo con lealtad al Rey……, añadiría: y no robaré.
Deberíamos copiar aquellas fórmulas que nos han hecho destacar en algunos campos (el campo de fútbol) y aplicarlas a otros campos (el campus universitario, por ejemplo). La idea no es mía, sino de Tomás Ortín Miguel, profesor de Investigación del Instituto de Física Teórica. Se pregunta en un artículo publicado en El País: “¿Por qué no fichamos en las universidades españolas a científicos de esta categoría para que nos consigan premios Nobel como fichamos a los mejores jugadores de fútbol extranjeros para que nos consigan títulos?”. Siguiendo esa recomendación, de sentido común, yo también propondría que nos fijáramos en los países más transparentes y en los que menos políticos chorizos tienen y ficháramos sus métodos y sus políticas. Invitemos a España a ciudadanos de otros países, mucho más exigentes que nosotros con sus políticos, y que nos enseñen a no votar a los partidos de ábrete, Sésamo y sus cientos de ladrones. Aquí hemos pasado de la A a la Zeta, de Aznar a Zapatero, creyendo que con esa fórmula se arreglarían todos nuestros problemas. Pero al igual que un equipo de fútbol no mejora si se cambia un entrenador malo por otro igual de malo, ni una universidad mejora con un simple cambio de rector,  la política en España necesita no solamente cambio de míster, sino, sobre todo, cambios en los equipos dirigentes, en los jugadores y en los hinchas que los votan.

Evaristo Torres Olivas

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