Me está gustando esto de las filtraciones de Wikileaks. No es que nos desvelen muchas cosas que no sospecháramos. EEUU, la gran bestia, la cuna del capitalismo salvaje, de la prepotencia y del pistolerismo planetario, lleva ya muchos años haciéndonos marcar el paso, imponiendo dictadores y robándole la cartera a medio mundo. Algunas revelaciones son graciosas: el concepto que tienen de Sarkozy, Berlusconi, Putin, Merkel y otros mandamases. Y la sospecha de que Zapatero, aunque no habla inglés, podría entender algo. Otras cosas, sin embargo, no hacen tanta gracia. Como la actuación de nuestro Gobierno en el caso de José Couso. Zapatero, el que no se levantó al paso de la bandera de barras y estrellas, el que se oponía a la guerra de Irak, el que pedía una investigación internacional para aclarar la muerte del reportero Couso, según los informes filtrados por Wikileaks se ha comportado como un sumiso ante las exigencias del gran dominator. Las genuflexiones de María Teresa Fernández de la Vega, Moratinos, López Aguilar, y, lo que es peor, de los fiscales Conde-Pumpido y Javier Zaragoza (nuestro paisano de Alcorisa), repelen a cualquier ciudadano de bien. Produce rabia y asco sentirse representado por un Gobierno obsceno, que antepone el servilismo ciego a la defensa de los derechos humanos. Tal vez algunos de los informes de Wikileaks estén exagerados y sean obra de unos funcionarios de las embajadas americanas que quieren impresionar a sus jefes del Departamento de Estado. Pero no es suficiente que la ministra de Exteriores Jiménez diga que "es absolutamente falso que hubiera algún tipo de presión" ni que el ministro de la Presidencia Jáuregui añada que “no otorga a estos documentos tanta dimensión como pretenden sus divulgadores”. Ni la una ni el otro estaban en el Gobierno cuando se produjeron los hechos. Quienes tienen que dar la cara ante los ciudadanos y rebatir lo que cuenta Wikileaks, son los nombrados en los informes, empezando por el presidente Zapatero. De no ser así, tal vez las palabras de Pérez-Reverte dirigidas a Moratinos habría que aplicarlas también a otros miembros del Gobierno y del Poder Judicial.
Evaristo Torres Olivas
viernes, 3 de diciembre de 2010
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