Hace unos días, escuché a varios políticos, de la izquierda y de la derecha, defender a los funcionarios. Entre ellos estaba doña Ana Botella. Esgrimía que no es justo que se arremeta contra los funcionarios, que ella es funcionaria, y que los funcionarios están altamente cualificados porque superan una oposición. Cierto. Lo que ya no me cuadra es por qué su partido y los de su misma ideología en todo el mundo, se obstinan en querer desmantelar el Estado y pasarlo todo al sector privado. Hay una mentira, que a fuerza de repetirla, se quiere hacer pasar por verdad: que la gestión privada es más eficiente. Primero habría que definir qué es eficiente. El recientemente fallecido, Tony Judt, pone un ejemplo. Supongamos que se privatizan el ferrocarril y la enseñanza. Una empresa privada busca el beneficio económico: su objetivo es ganar dinero. Lo primero que haría una empresa privada ferroviaria sería suprimir las líneas y los trenes que no son rentables: retiraría el servicio a los pueblos en los que solamente suben cuatro jubilados y un turista ocasional. Y si es una escuela privada, cerraría el aula de un pueblo de cinco alumnos, de los que dos son rumanos y otro es marroquí. Desde el punto de vista económico inmediato, sería muy eficiente. Socialmente, un desastre. Un Estado fuerte proporciona seguridad y confianza a las personas. Es garantía de que todo ciudadano, por el mero hecho de serlo, tiene acceso a unos servicios, independientemente de sus ingresos. Un Estado fuerte es garantía de cohesión social e igualdad de oportunidades. En una democracia, elegimos a nuestros representantes y los podemos cambiar. Si todo es privado, los ciudadanos no tienen posibilidad de cambiar a nadie debido a que los que manejan el cotarro son los bancos y las grandes empresas multinacionales cuyos hilos son movidos por personas que no se presentan a ninguna elección. Claro que para que un Estado sea fuerte y eficiente, es necesario poner en marcha procedimientos y leyes que impidan que Zapatero coloque a su primo y a sus amigos a cobrar del erario público y que de Codosal no utilice su poder político para enchufar a su marido. Y aquí en Teruel, que personajes como Ferrer, Biel, Blasco, Lafuente, Guillén, Casaus e Iranzo vuelvan a lo que saben hacer y dejen de vivir del cuento a costa del erario. Porque son ineficientes: económica y socialmente.
Evaristo Torres Olivas
martes, 23 de noviembre de 2010
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6 comentarios:
Evaristo: le repito que esto no es una democracia y que, por mucho que se repita la palabra, no se convierte en una democracia. No sea iluso: aquí no elegimos a quien queremos sino a quien las cúpulas quieren que elijamos. La meta de los partidos no es trabajar por la sociedad sino EL PODER.
Estoy de acuerdo con el conjunto de tu entrada, pero no dices nada de los funcionarios ineptos y vagos. Mantenerlos de por vida en sus puestos, ¿también es una función social?
Seguramente, hay muchos funcionarios ineptos y vagos, pero si yo fuera funcionario y viera cómo los políticos que dirigen el cotarro son todavía más ineptos y más vagos y cobran tres veces más, la verdad es que no me entrarían muchas ganas de doblar el lomo. Todo sistema, o toda cadena, es tan débil como el más débil de sus eslabones.
Evaristo: justificar algo inaceptable arguyendo que hay otros más inaceptables todavía, ¿a dónde nos conduce?
Saludos
Luis Antonio, no justifico nada y es cierto que hay muchos funcionarios, demasiados, que se aprovechan de la situación de ausencia de controles para no dar palo al agua. Esto es como conducir por las carreteras: apelar al sentido de la responsabilidad de los conductores está bien, pero si no hubiera controles y multas y retiradas de carnets, muchos, demasiados, se pasarían las reglas por el arco del triunfo. Y eso es lo que pasa con los funcionarios: que no hay controles, ni multas ni retiradas de carnets y los que debieran poner orden en todo esto, los políticos, son los primeros que incumplen las normas o se niegan a elaborarlas.
Esto no ha sido una democracia nunca, ni tampoco ninguna de las otras que emplean el término.
Se pueden emplear vidas enteras en discutir sobre el tema, pero si los dueños del dinero no pudieran seguir manteniendo el ritmo de incremento de beneficios por culpa de las burlescamente llamadas "democracias", la cosa se acababa rápidamente.
Votéis a quien votéis ellos ganan, siempre. Es una verdad que conviene interiorizar.
Que se queden sus listas abiertas, cerradas y entornadas. Es uno de los grandes timos de la Historia: como el euro.
Vender las empresas públicas a manos privadas es un tremendo error, un estado fuerte también. Cualquier gobernante puede ser tan asquerosamente voraz y ladrón como la peor basura de entre los empresarixs (y ya es decir), un estado fuerte equivale, igualmente, a poner en manos privadas los recursos. Por eso los políticos cobran y viven muchísimo mejor que nosotros, por eso roban cuando y cómo quieren, por eso regalan dinero público a los bancos, por eso mercadean con obras y concesiones urbanísticas, por eso, en definitiva, por eso destrozan o dejan destrozar el medio ambiente (no hay nada más público) son todos como zorros en gallineros. Su único límite depredador es no matar del todo a la vaca para poder seguir exprimiéndola... y a veces ni eso.
En la práctica, tan privado es un estado para quienes llevan su timón como Iberdrola para los entes que le sacan partido.
Hay algo mejor que lo público y que lo privado: lo común.
Buen día
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