Lengua de serpiente

Hombre blanco hablar con lengua de serpiente. Eso dice la canción de Javier Krahe dedicada a Felipe González. Y no le falta razón. Felipe, en el 76, les prometía a los saharauis que estaría con ellos hasta la victoria final frente al gobierno reaccionario y al dictador de Marruecos. Muy poco ha cambiado Marruecos desde entonces; han cambiado de rey pero sigue siendo igual de dictador y reaccionario que su padre. Felipe sí ha cambiado; ahora dice que es amigo de Marruecos y que de todos los países árabes, Marruecos es el que tiene “más espacio de libertades”. Claro, pasaba lo mismo con Franco: mató a menos gente que Hiltler. Ni punto de comparación entre el hijoputa de Hitler y Franco, al que como mucho podríamos llamar cabroncete. Hay que llevarse bien con Mohamed VI, que por algo es hermano de nuestro Juan Carlos. Imaginen el bochorno que pasaría nuestro rey en los bodorrios reales si estuviera de morros con el monarca alauí. Y todo por una mierda de territorio lleno de arena y de muertos de hambre de piel oscura y pelo rizado. España tiene intereses en Marruecos y frente a la geopolítica y a la geoestrategia no deben anteponerse los principios ni los derechos humanos ni pollas en vinagre. Eso lo sabe muy bien nuestro presidente Zapatero, el profeta de la alianza de civilizaciones. Si mueren unos cientos de saharauis, no pasa nada, protestaremos pero no muy fuerte para que no se enfade Mohamed. Que no dejan entrar a periodistas españoles, elevaremos enérgicas quejas en voz baja y para que vean que no hay ánimo de ofender, la ministra de Exteriores hablará desde Ecuador y enviaremos al destituido Moratinos a tomarse un té moruno con los primos de Mohamed, hermano de Juan Carlos I. Que se note el talante. Es necesario sacrificar a unos cuantos para que el resto vivamos en paz. Dentro de unos años, cuando ya no quede un solo saharaui vivo y los vientos del desierto hayan cubierto de arena sus tumbas, nos acordaremos del hombre blanco con lengua de serpiente, del de la ceja y del hermano del alauita. Y seguro que echamos unas lagrimitas. Como Moratinos. Hay ocasiones en que uno se avergüenza de ser español.

Evaristo Torres Olivas