Me gustan las mujeres valientes que luchan por la igualdad. Me gustan los homosexuales audaces que pelean para que no se les discrimine por su orientación sexual. Me gustan los negros que se dejan la piel por defender la dignidad de toda persona sin que importe el color de su piel. Me gustan las personas con discapacidades que luchan por sus derechos. Y me repatean las mujeres, los homosexuales, los negros y los discapacitados que se aprovechan del género, la orientación sexual, el color de la piel o la discapacidad para sacar tajada exclusivamente en su beneficio o para justificar cualquier tipo de desmán. Tal es el caso de doña María Dolores de Cospedal, secretaria general del Partido Popular. Cuando se ha descubierto que en plena crisis le subieron el sueldo un 30 por ciento, cuando se sospecha que ha ocultado una parte de su patrimonio, la señora de Cospedal, en lugar de dar explicaciones, se agarra a su condición de mujer y afirma que se cuestiona su sueldo por ser mujer. Con frecuencia leemos en los periódicos (a pesar de la falta de transparencia de todos los partidos) los excesos de la autodenominada clase política. Se puede criticar el sueldo de Montilla, el coche oficial tuneado de Benach, la prima y el bonus de los banqueros, las indemnizaciones de algunos empresarios cesados; pero si el receptor de tales prebendas se llama María Dolores de Cospedal, entonces se trata de machismo. Perversa utilización de la condición de mujer para justificar un comportamiento tan poco ético. Y más aún cuando su partido no se caracteriza por la defensa de la causa de las mujeres. Estoy convencido de que las protestas de la señora de Cospedal no tendrán ninguna acogida en las organizaciones feministas. Los colectivos de mujeres luchan por otras causas más justas, entre las que no se encuentra la defensa de las mujeres--ni de los hombres--que cobran 240.000 euros del erario público y que cuando al resto de los funcionarios se les rebaja el salario, a ella, de Cospedal, se lo aumentan en un 30 por ciento. La igualdad no consiste en perdonar los errores de Obama por ser negro, dar más valor a las teorías de Hawking por estar postrado en una silla de ruedas, o aplaudir todas las medidas que tome la Primera Ministra de Islandia por ser lesbiana.
Evaristo Torres Olivas
domingo, 21 de noviembre de 2010
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