“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

viernes, 22 de octubre de 2010

Queremos saber

Uno cree que un maestro debe enseñar a los alumnos, además de conocimientos, educación en valores. Dependiendo de la edad, el profe o la profe, debe enseñar a los niños a compartir, a no mentir, a inculcar que todos somos importantes pero ninguno imprescindible, a no aprovecharse de lo ajeno. Algo elemental que todo padre y madre de familia comparten.

Uno también cree que, en una democracia, la transparencia debe ser total y que los ciudadanos deberíamos tener toda la información para poder elegir a los representantes que queremos que nos representen.

Si yo quiero elegir a un profesor de guitarra para mis hijos, necesito saber qué formación tiene el profesor, en qué conservatorio estudió, qué experiencia tiene y qué trayectoria han seguido los alumnos que recibieron sus enseñanzas.

Cualquier especialista en selección de personal rechazaría entrevistar a un candidato para Director general de una empresa, a cualquier persona que le enviara un historial profesional de cuatro líneas.

Si un padre y una madre acuden a un especialista para que trate una enfermedad grave de uno de sus hijos, quieren saber los méritos de ese doctor, en qué clínica opera, qué resultados ha obtenido a los largo de su carrera. Acude al médico y no al curandero porque cree que es más fiable la ciencia que la superchería.

Todo esto es razonable, sensato, responsable. Nadie con dos dedos de frente se atrevería a cuestionar las anteriores afirmaciones.

¿Por qué entonces no exigimos lo mismo cuando se trata de elegir a nuestros políticos? Tomemos un ejemplo: Eva Almunia. Actualmente es Secretaria de Estado de Educación y Formación Profesional y candidata del PSOE para presidir Aragón en las próximas elecciones.

Se presenta en los carteles con una foto y un eslogan que nada aclara, Nuevos tiempos, mismo compromiso. Uno, que encuentra esa información insuficiente y carente de todo interés, se pone a buscar más datos sobre la candidata. Si es la segunda jefa de Educación y Formación, me digo, esta mujer debe de tener una educación y una formación que ocupa veinte páginas escritas con letra pequeña. Entro a la web del Ministerio. Seis líneas escasas. Curiosamente, la “viceministra” de Educación y Formación no hace constar ni su formación ni su experiencia anterior a la política. Yo esperaba encontrarme con una profesora o una catedrática con muchos años en la enseñanza. ¡Qué decepción! La página web de la DGA tampoco dice nada. Busco en la página de las Cortes de Aragón y encuentro algo más: otras seis líneas en las que dice que es Diplomada en Magisterio. Tampoco se cuenta nada de su experiencia desde que terminó los estudios hasta que ocupó su primer puesto político a los 23 años. ¡Sorprendente! Finalmente, me meto en la web del PSOE. Allí cuentan exactamente lo mismo que en la página de las Cortes, excepto que no se cita la Diplomatura en Magisterio. ¡Sospechoso! Y lo es porque en todas las páginas que he citado, de los otros miembros de las instituciones correspondientes, sí se facilitan los datos académicos y las experiencias previas. Sería bueno, que la señora Almunia aclarara si es maestra o no, en aras de la transparencia de la que tanto alardea su partido y sobre todo del derecho a la información veraz que necesitan los ciudadanos para poder votar a los candidatos que quieren que los representen. Los datos biográficos detallados constituyen una información mucho más valiosa para los ciudadanos que la chorrada esa de Nuevos tiempos, mismo compromiso.

Si la señora Almunia es maestra y ha enseñado a sus alumnos alguna vez que todos somos necesarios y ninguno imprescindible, no se entiende que aparezca en los carteles acompañada solamente de su mentor, Iglesias. Si aspira a ser presidenta, debería saber que un presidente solo no es nada, que lo importante es el equipo y por lo tanto, en esa foto deberían aparecer un puñado de hombres y mujeres que forman el equipo y que se presentan ante los ciudadanos.

Si la señora Almunia hubiera tenido que elegir un profesor de guitarra para su hijo, supongo que no se habría conformado con un cartel de la foto del profesor y un eslogan que dijera Nuevas cuerdas, mismo sonido. Estoy seguro de que si la señora Almunia precisara acudir a un médico para curar a uno de sus familiares, no se conformaría con el anuncio en las páginas amarillas que proclamara: Doctora de la Matas, la campeona de las cataratas. Si la señora Almunia quisiera hacer una selección para cubrir un puesto de responsabilidad en una de sus empresas, en caso de que las tuviera, estoy casi seguro de que no entrevistaría a aquellos candidatos que le enviaran un historial profesional con una foto enorme y solamente seis líneas de texto.

Lo que cualquier ciudadano sensato, incluyendo a la señora Almunia, exigiría para tomar decisiones importantes, parece que no rige en política. Quieren que tomemos decisiones con una simple foto y un ripio, agitando cuatro banderas y escuchando unas cuantas soflamas incendiarias. Como si de las decisiones de los que nos gobiernan no dependieran la calidad de nuestra enseñanza, nuestra salud y la economía del país y de la región, autonomía, nacionalidad o como narices lo quieran llamar. Cualquiera que haya comprado un crecepelo a un charlatán, se habrá llevado más de una decepción. La misma que nos podemos llevar si elegimos a candidatos guiados por la propaganda interesada que hacen sus partidos.

Evaristo Torres Olivas. Villarquemado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ninguna persona tiene rubor en presentarse en política porque ha calado en nosotros el sentimiento de igualdad hasta el extremo de que nadie es consciente de sus limitaciones por cuanto puede llegar a Ministra.

Pablo dijo...

La culpa es nuestra. Que seguimos votándoles.
Ellos no tienen verguenza y nosotros no tenemos rasmia.
Dejándo afuera los actos de vandalismo, envidio estos días a los franceses.
Ellos al menos están vivos y quieren vivir.