Leo en la prensa que la reina Isabel II de Inglaterra deja sin fiesta de Navidad a sus empleados, debido a las difíciles circunstancias financieras que afectan al país. ¡Cómo son los ricos! Esto me ha traído a la memoria al primer jefe que tuve: con motivo de la boda de su hija, me pidió que le hiciera un presupuesto para regalarle a cada empleado una botella de champán (en aquellos tiempos aun no se había inventado llamarle cava). Consulté a varios proveedores y le dejé los presupuestos encima de la mesa. Al día siguiente, me encuentro una nota manuscrita en mi despacho: compre setenta botellas de sidra El Gaitero. Mi jefe era rico, pero nada comparable con la fortuna de la reina Isabel. Lo que me lleva a la conclusión de que cuanto más ricos, más roñosos. Mi jefe no nos regaló champán, de acuerdo, pero pudimos brindar a la salud de su hija con una botellica de sidra famosa en el mundo entero. A la Isa no se le ha ocurrido cambiar los canapés de caviar por otros de huevas de lumpo, o el jamón por mortadela de olivas. Nada, ha decidido matar de hambre a la servidumbre, “espanarlos”. Podía haber vendido un pedrusco pequeño, que tiene muchos diamantes y esmeraldas, o subastar unas fotos del Orejas de niño, con falda escocesa, tocando la gaita, y con las perricas recaudadas comprar unos cacahuetes, unas patatas y unos refrescos, servidos en vasos de plástico, no fuera que le jodieran las copas de cristal de Bohemia. Una simple vestido de estar por casa, de esos que ya no se pone, subastado en Sotheby´s, le habría dado para invitar a los 600 miembros de su servicio a un primer plato de patatas con carne, un segundo de lomo con pimientos y de postre, tarta al whisky. Pan, vino con gaseosa y té. De esa manera, los abnegados empleados de Su Majestad, reconocerían el esfuerzo de la soberana, que a pesar de la grave situación por la que atraviesan sus miles de millones de libras, se ha dignado en ofrecerles una modesta aunque bien cocinada comida de Navidad. Con su proceder, su Majestad Doña Isa se expone a que le apliquen la máxima de Anacleto, un enlace sindical de la primera empresa en la que trabajé: lo que no te llevas en jornales, te lo llevas en materiales. Ya verán como los sirvientes sisan a la reina cuando los mande a comprar el pan. Al tiempo.
Evaristo Torres Olivas
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