Hace unos días, unos amigos me llevaron de excursión. Nos fuimos a conocer las fuentes de energía de la provincia de Teruel. Aliaga y Escucha. En Aliaga visitamos el Centro de interpretación de la minería y la empresa Neoelectra, que además de producir electricidad con gas, recupera CO2 para la industria de las bebidas gaseosas. Allí nos explicaron cómo se produce la electricidad: se quema gas para mover unos motores que a su vez mueven un generador y por no sé qué leyes del electromagnetismo se produce el milagro. No entraré en los follones de que inicialmente la planta estaba destinada a una piscifactoría. Pero sí quiero llamar la atención sobre la carretera de acceso a la planta. Si se cruza un camión cargado de gas o de CO2 con otro vehículo que circula en dirección contraria, uno de los dos se precipita al barranco. No hay alternativa. Que alguien lo solucione. De camino a Escucha, vimos el lamentable estado en que se encuentra el edificio de la Central de Endesa: bonita construcción industrial hecha una mierda. En Escucha visitamos el Museo minero y la Central térmica. De nuevo, un ingeniero muy amable nos volvió a explicar cómo se produce la electricidad, en este caso quemando carbón para mover un generador. Y fue allí, rodeado de tanta energía, donde se me encendió la bombilla. Si para producir electricidad hay que quemar algo para mover un generador, los cinco millones de parados podrían quemar calorías y mala hostia y mover un alternador que produjera electricidad. Los aparatos de los gimnasios, de las residencias geriátricas, los miles de ciclistas y todos los suplentes de los equipos de fútbol, si estuvieran conectados a un generador, producirían millones de kilovatios de energía limpia, sin añadir gases nocivos a la atmósfera: estemos conectados a una dinamo o no lo estemos, emitimos los mismos gases. Si según el primer principio de la termodinámica, la energía no se crea ni se destruye sino que se transforma—en grasa en el caso de los humanos—con mi propuesta no solamente se solucionaría la crisis energética sino que también mejoraría la salud de la población. Sin contaminación, sin efecto invernadero y los primeros en cumplir el protocolo de Kioto.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
DdT 29/5/2010
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