El poder de la vara

Tremenda la noticia que publicaba el Diario de Teruel del día 1 de abril: Aparece ahorcada la perra del alcalde de Báguena con un mensaje amenazador: “Salte de alcalde o te pasará lo mismo”. La sordidez de la España rural, el puertohurraquismo, Pascual Duarte, la incultura. La violencia como única forma de solucionar los problemas. El alcalde, don Jesús Sanz, elegido democráticamente por los vecinos de Báguena, tiene toda la legitimidad para estar donde está. Afortunadamente, ha recibido el respaldo de todos los ediles del ayuntamiento, tanto de su partido como de los de la oposición. Estas actitudes salvajes no son algo de hace dos siglos. Lo tenemos bien cercano: las masacres durante la guerra civil y la posguerra; las hostias de la guardia civil, de los maestros de la escuela franquista. La sinrazón. La barbarie. Golpear a los mulos, apedrear y ahorcar a los perros, no es una práctica de hace mil años. Todos hemos visto esos comportamientos salvajes en alguna etapa de nuestra vida. El niño grande le pega al niño endeble; el marido a la mujer, el sargento al soldado, el maestro al alumno para que la letra le entre con la sangre. La razón de la sinrazón, de las hostias y del palo. Estoy convencido de que la guardia civil encontrará pronto al cafre o a los cafres que cometieron semejante barbaridad y que los jueces les impondrán las penas que establece el código penal en un estado de derecho y que nunca consistirán en colgarles de un árbol ni en amenazarles de muerte si no se comportan como se espera de ellos. Aprovecho estas líneas para solidarizarme con el alcalde don Jesús Sanz Sánchez y felicitar al resto de los miembros de la corporación municipal de Báguena por su comportamiento ejemplar, poniendo todos los medios necesarios para que se investigue y se juzgue a los canallas cobardes que quieren imponer su ley con los puños y con la fuerza bruta. Para que el poder de la vara, del puñal en la faja o de la escopeta nunca pueda con la fuerza de la palabra ni de los votos en una sociedad democrática. Para que la violencia contra las personas, los animales y las cosas sea castigada con las normas de una sociedad civilizada.

Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
DdT 9/5/2010