Los defensores del sistema capitalista avientan con machacona insistencia que el engendro ha contribuido al progreso de la humanidad más que cualquier otro modelo anterior. Incluso la retórica empleada para vender la burra es de una lógica aplastante y tiene, en apariencia, un fondo ético incuestionable: puesto que los humanos somos malos, egoístas y retorcidos, el sistema capitalista aprovecha todas esas pulsiones cabronas para que el mal reme a favor del bien. Movido por la avaricia y el deseo de forrarse, el capitalista inventa coches, teléfonos móviles, implantes dentales y mamarios, máquinas tragaperras, las acciones en bolsa, las autopistas de peaje y el plan de belleza Pond´s en siete días. Bienes y servicios cuyo único objetivo es que se le salgan por las orejas los billetes al capitalista pero que redundan en un beneficio para el conjunto de la sociedad, que disfruta de ellos y mejora su bienestar, previo paso por caja. Es como aprovechar la mierda, y perdonen la guarrada, para echar ciemo al huerto y criar unos tomates de dos kilos. No hay mal que por bien no venga. Pero todo en esta vida tiene su lado oscuro e inconfesable. Si bien es cierto que muchos bienes y servicios satisfacen necesidades, otros las crean. La moda por ejemplo: cambiar cada año el ancho de pantalones o de modelo de gafas. El sistema capitalista se basa en el consumo, en la necesidad de pasar por caja constantemente: cambiar el cartucho de la impresora que cuesta más que la impresora, comprar un jersey nuevo porque el anterior, después de tres lavados, está lleno de pelotillas, tomarse siete cajas de pastillas al mes para aliviar los dolores del codo. Incluso hay malpensados que creen que los laboratorios inventan enfermedades y propagan virus para después vendernos el remedio, gota a gota. ¿Creen ustedes que el “sistema” pondría en el mercado un tejido que durase toda la vida, una pastilla que con una sola toma eliminase las caries de por vida o una crema que con una untada hiciera desaparecer los surcos de la frente para siempre? Los capitalistas podrán ser avaros, egoístas, insolidarios y cabrones. Todo lo que ustedes quieran, menos tontos. Usar y tirar. Consumir. Pasar por caja.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
DdT 24/10/2009
3 comentarios:
Sr. Evaristo:
La ecónomia se basa en el consumo, baja el consumo exterior y el interior, igual a paro.
Por supuesto, el sistema comunista, un fracaso, ver URSS, paises europeos orientales, etc...
Sistema capitalista-democracia, dentro de lo malo, es lo mejor.
Pero si usted conoce otro sistema mejor, por favor, avise.
Un saludo.
No sé si le han dado alguna cornada, esta muy moderado.
El C. D. Teruel, ha fichado un jgador nuevo Adrian y ahora quiere fichar otro, para cubrir la baja de REMO.
Me siguen sin salir las cuentas, 1.000 x 100 = 100.000, y eso que he aumentado el número de socios, sabe usted algo.
¿Es un club privado?
¿Es un Club público?
Está usted muy callado.
Rosa, decir que la economía se basa en el consumo es lo que defienden los neocon y otros depredadores. Yo prefiero la definición clásica de que la Economía estudia la correcta distribución de los recursos escasos para satisfacer las necesidades de las personas. Como las recursos son limitados y las necesidades infinitas, hay que optar.Se pueden fabricar gorras de beisbol o escuelas, coches o trenes, biocombustibles o maiz para los pobres. Dicen que los 500 hombres más ricos de Francia tienen más dinero que los 40 países más pobres de la tierra. A lo mejor hay algún otro sistema que no sea el del capitalismo salvaje ni el no menos salvaje de los sistemas comunistas.
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