Decía Ortega y Gasset, allá por los años de la República, que el Parlamento era el escenario preferido de tenores, payasos y jabalíes. Desde entonces las cosas parece que han cambiado algo. Ha bajado el número de tenores, si por tales hemos de entender a las voces de perfecta vocalización dispuestas a dar el do de pecho al servicio de sus representados. Su voz ha sido sustituida por la de los bocazas y boceras. El número de payasos y jabalíes ha aumentado desde los tiempos de Ortega; y se han añadido algunas especies más, como la de los aplaudidores o palmeros, lacayos, oyentes, medradores y socios de la peña discográfica “La voz de su amo”.
Este “progreso” a peor tiene varias causas. En primer lugar, el deterioro de la enseñanza y el abandono de las asignaturas de “letras”. Sucesivas lodes, logses, loces y loes han ido sedimentando una capa de zurrapa en los cerebros de los ciudadanos.
La falta de democracia en los partidos “democráticos” también contribuye a este deterioro. La ausencia de criterio y de transparencia en los nombramientos de los representantes de los partidos contribuye al aumento de la mediocridad. Un parlamentario pepero expresaba muy bien el mecanismo que tienen los partidos para nombrar a sus candidatos: “Si te meten en una lista a dedo también te pueden sacar de ella por el mismo mecanismo”. Pues eso. La digitalización de la política.
Finalmente, habría que considerar las palabras de la historiadora Carmen Iglesias que recogía el Diario de Teruel el pasado día 19 de enero: “la tendencia de los políticos actuales a considerar al adversario como un enemigo y no como alguien que puede tener razón, significa que se ha vuelto a los puntos más negativos de nuestra historia y a que la concordia sea casi imposible”. Aunque estas palabras no son una causa sino una consecuencia de las dos anteriores.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
Este “progreso” a peor tiene varias causas. En primer lugar, el deterioro de la enseñanza y el abandono de las asignaturas de “letras”. Sucesivas lodes, logses, loces y loes han ido sedimentando una capa de zurrapa en los cerebros de los ciudadanos.
La falta de democracia en los partidos “democráticos” también contribuye a este deterioro. La ausencia de criterio y de transparencia en los nombramientos de los representantes de los partidos contribuye al aumento de la mediocridad. Un parlamentario pepero expresaba muy bien el mecanismo que tienen los partidos para nombrar a sus candidatos: “Si te meten en una lista a dedo también te pueden sacar de ella por el mismo mecanismo”. Pues eso. La digitalización de la política.
Finalmente, habría que considerar las palabras de la historiadora Carmen Iglesias que recogía el Diario de Teruel el pasado día 19 de enero: “la tendencia de los políticos actuales a considerar al adversario como un enemigo y no como alguien que puede tener razón, significa que se ha vuelto a los puntos más negativos de nuestra historia y a que la concordia sea casi imposible”. Aunque estas palabras no son una causa sino una consecuencia de las dos anteriores.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
DDT 21/2/2009
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