“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

jueves, 27 de noviembre de 2008

Tunin y fotochopin

¿Recuerdan cuando en el envoltorio de muchos productos, se podía leer en letras grandes: anunciado en televisión? Pues esa tontería sigue funcionando. El buen paño no se vende en el arca, eso es un cuento chino; el mejor producto no es necesariamente el líder de mercado. Las empresas invierten millones en publicidad y en otras artes de persuasión para “tunear”, “maquear” y “fotochopear” la realidad. Un producto que se anuncia una vez, vende menos que uno que se anuncia cien. Los publicitarios llaman a eso impactos: a más impactos, más éxito. Y dentro de los que impactan por igual, venden más los más creativos en sus anuncios. Y ahí entran los eslóganes (Coca cola, la chispa de la vida), el humor (si no hay Casera, me voy), el sexo (la maciza y el macizo anunciando la colonia Lulú se muá o el Opel Susuqui 4X3), el aparente chollo (dos por el precio de uno; si no estás satisfecho te devolvemos el dinero), la “objetividad” del experto (recomendado por dentistas) y muchos otros que psicólogos, creativos y artistas bien pagados conocen muy bien.
Los políticos también son un producto. Y cada vez más, se recurre a las técnicas del márketing político, que consisten en una serie de actuaciones para crear o corregir la imagen pública de un candidato a mandamás. Los pigmaliones encargados de este travestismo, los Richard Gere de los políticos, los transforman de tal manera que no los reconoce ni la madre que los parió ¿Que un político no es Azaña y no quiere hablar “pa no cagarla”? Le escriben los discursos, le enseñan a mirar a la cámara, a sonreír y a regalar lo que no es suyo, justo en el momento en que conectan los del telediario ¿Que el candidato se llama Casimiro? Le empiezan a llamar Cs para que corra la voz, y le construyen un atril en forma de C gigante que paseará por todos los polideportivos y plazas de toros del país ¿Que quieren contar una bola del tamaño del agujero de la capa de ozono? “No problemo”, practican mil veces lo de: créanme si le digo que dos y dos son cinco. ¿Que al candidato se le ha acusado de ser racista? Fotografía al canto, besando a una negra con traje arco iris. Esa negra, reproducida mil veces mil en todos los periódicos, se convierte en todas las negras y negros. También le enseñarán que lo importante no es tener un programa, explicarlo y defenderlo. No, eso no mola. Mola más contar que el programa del otro es una mierda, que en Europa no lo respeta ni el Tato, que legalizan a los de las pateras con una factura del restaurante chino Roque Lin, tuneada con tipex. Para demostrar que la lengua española es perseguida en Cataluña con eñe, le aconsejarán que muestre a la cámara la carta de un ciudadano llamado Jorge a quien han multado por pintar un grafiti en la pared, con el texto “Mariloli te quiero”, en lugar de “Dolors, t´estimo molt”. Otro día les hablaré de la logística y el transporte, de cómo llenar los locales con manolos los del bombo y con palmeros finos.
Así son las cosas y así se las he contado. Buenos días (pausa, sonrisa), suerte y al toro.
Evaristo Torres Olivas.Villarquemado

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