“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

jueves, 27 de noviembre de 2008

Se va el caimán

El pasado domingo se despidió de las páginas del Diario don Francisco Lázaro Polo. Maneja don Francisco la pluma igual que los narcotraficantes el cuerno de chivo, ese fusil de asalto que utiliza sus propios gases internos para regurgitar las balas y al que los Tigres del Norte le escriben corridos. Leía las barderas de don Francisco con el acojone que produce estar en el punto de mira de una persona que escribe con las tripas. Los días de pedorrera verbal, don Francisco es demoledor. No sé si lo considerará un elogio si le digo que cuando se le calienta la mui me recuerda a Federico, el de Orihuela o al desaparecido Jaime Campmany. Su prosa excesiva, violenta, a lo puro macho, convierte en fosfatina todo lo que se cruza en su camino, sea amigo o enemigo, cantautor o imbécil de Villarhermosa de las Tres Torres. Este Sam Peckinpah de Teruel, al igual que el director de Grupo Salvaje, tiene debilidad por los perdedores: le gusta Gallardón. Quiero dedicarle a don Francisco la canción de los Tigres, Jefe de jefes, esa que dice: “muchos pollos que apenas nacieron, ya se quieren pelear con el gallo, si pudieran estar a mi altura pues tendrían que pasar muchos años”. Le echaré de menos.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado

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