“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

jueves, 27 de noviembre de 2008

El que pierde no gana

Me prometí hacer fuchina los días de debate electoral pero la bernardina de Antonio Castellote del pasado jueves me hizo cambiar de idea. No quise perderme el combate entre Doctor Pánfilo y Camiseta sudada. A las 9:30 dejé colgados a los amigos en el bar y me fui a escape a casa. Me preparé un bocata de magra y un vasico de vino, que en mi pueblo sustituyen a las palomitas y la cocacola, y me repantingué en el sofá con las patas encima de la mesa, a lo Aznar. Apenas le había hincado el diente al bocata cuando apareció el árbitro de la velada, Matías junior, hijo del narrador del gol de Zarra. Presentó a los contendientes: a la izquierda, Solbes, con un ojo a la virulé, no se sabe si fruto de algún derechazo anterior o que lo cucaba para mejor apuntarle a los morros al adversario; a la derecha, el aspirante Pizarro, con cara de palo. Nada más empezar, Pizarro me acojonó: “que España no va bien, que España no va bien, que España no va bien”. ¡Joder! Tres veces. Ya me vi en el futuro cambiando la magra por el chóped de olivas. Pronto me di cuenta que lo de repetir todo tres veces no era para alarmar sino que es un recurso retórico- estilístico del Potro de Teruel. Se lo agradezco porque los que tenemos la cabeza dura, necesitamos que nos repitan las cosas tres veces para que nos entre en la mollera. Gracias a Pizarro, también me enteré de que el Bono español tiene más riesgo que el Bono alemán. Yo ni siquiera sabía que los alemanes tenían un Bono. Lo que no aclaró es si el Bono alemán también está propuesto para presidir el Bundestag. En fin, que aunque no se tenga ni idea de economía, como es mi caso, se entera uno de muchas cosas. Por ejemplo, Solbes nos habló de cerrar el gap y de hard data y soft data. No sé qué es pero lo pienso utilizar cuando discuta con los amigos. Lo que no me gustó es que Pizarro, que al principio parecía que se iba a comer al del ojo a la funerala, pronto adoptó una actitud de sumiso que nada le favoreció. Al enemigo, ni agua. ¡Qué es eso de llamarle “experto”, “felicitarle por el superávit” y calificarle de “gran ministro de Hacienda”! Solbes pronto vio que el aspirante no le aguantaba los tres rounds y desistió de meterse una herradura en el guante. Pero el otro se puso marrullero y le soltó un golpe bajo:“los doscientos mil euros del pisito coquetón de Bermejo”. Me temía lo peor pero Solbes no movió ni una pestaña del ojo sano. Se limitó a llamarlo demagogo. Fue entonces cuando a nuestro paisano se le ocurrió pronunciar la misma frase que repite una y otra vez un amigo mío, campeón del mundo de guiñote: “el que acierta gana y el que se equivoca, pierde”. Dicen que ganó Solbes por los puntos. Como de economía no entiendo, no puedo decir ni que sí ni que no, ni arre ni so y termino aquí mi crónica. A partir del lunes, tendré mucho gusto en narrarles el combate entre Zejismundo y el Toro de Génova.

Evaristo Torres Olivas. Villarquemado

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