“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

jueves, 27 de noviembre de 2008

Mote con huesillos

Confieso que tengo aficiones raras. Una de ellas es coleccionar ediciones del Quijote en diferentes idiomas del mundo mundial. Una amiga me acaba de conseguir una en chino mandarín. Mi otra afición es leer periódicos en internet. Mi favorito, La Cuarta, un rotativo chileno, de la llamada prensa popular. Lo descubrí hace dos años, en un viaje a Chile. En febrero, en pleno verano austral, sentado en una terraza de Chillán, una pequeña ciudad en el centro del país, saboreando un refrescante mote con huesillos. Me había comprado, al azar, un periódico que resultó ser La Cuarta. Estaba escrito en nuestro idioma común, pero no entendía nada. Para que se hagan una idea, aquí van unos titulares recientes: “Dire recibió sobre azulado con orejas de burro por "desnudar" pingüis”. “Sapean cidí que hallaron en casa de martillero Oliva”. “Pingüinos de Lota reanudaron mochas por colegios chantetes”. “Zurullo más chico parecía submarino atómico ruso en Panguipulli”. En la esquina, a la entrada de un centro comercial, un señor con sombrero de paja vendía leche de burra, que ordeñaba directamente de las ubres de dos burritas ataviadas con jaeces de gala. Un cartel anunciaba que curaba desde la alopecia, hasta la impotencia, pasando por los cálculos en el riñón y los dolores menstruales. Me gustó Chile. Un país en el que al sorteo de la lotería lo llaman correrse la polla, que tiene periódicos de cabeceras ordinales: la Segunda, La Tercera y la Cuarta, pero no La Primera; y otras poéticas como la Estrella del Norte o la Estrella de Chiloé. Un país en el que el amor tiene grados: grado uno, fase de besos; grado dos, encuentro pasional sin sexo; grado tres, o de encuentro sexual. Un país en el que una mañana de febrero paseando por el Patio de los Naranjos del Palacio de la Moneda, recordé al presidente Allende.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado

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