Dicen que la especie humana es la más evolucionada. La que tiene el cerebro más grande, que le permite aprenderse la tabla del ocho e inventar palabras como ornitorrinco y onomatopeya. También construye edificios, aviones, furgonetas y la bicicleta orbea, la que nunca se estropea. Con un palo hueco y cuatro agujeros toca la flauta y con cuarenta dibujos diferentes inventa el guiñote. Ningún mono sabe hacer eso. Ni de coña. Todo lo más, meter un palo en un hormiguero para zamparse las hormigas y entender un vocabulario de dos docenas de palabras. Punto.
La especie humana es tan inteligente que le sobra mollera. Con el cerebro que le sobra después de lo de los aviones, la bicicleta orbea y la taba del ocho, le da por inventar gilipolleces o despedazarse a hachazos. Nosotros en Teruel contribuimos a lo de las gilipolleces. Lean los programas de fiestas que el Diario de Teruel ha publicado durante todo el verano. Como nos sobra tiempo e inteligencia, nos ponemos a inventar la tortilla con más huevos, el bocadillo más largo o el flan más alto. No hay pueblo que no pretenda hacer algo con más de lo que sea. No somos los únicos. El libro Guiness de la chorradas registra quién la tiene más larga, quién mea más alto y quién lleva más días sin cagar. Y ninguno de esos campeones es de Teruel. El año que viene, los primeros. Con un par.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
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