“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

jueves, 27 de noviembre de 2008

La mona y el mono

Será que yo soy muy limitado y tengo sólo la inteligencia justa para pasar el día, no cagarme en los desfiles y procesiones y contener el pis en el cine. Fuera de eso, todo se me escapa. Ahora ando dándole vueltas a la evolución, al creacionismo y al capitalismo. Y no veo nada claro, no logro desenredar la madeja.
La teoría darwinista de la evolución nos dice que descendemos del mono y de la mona- hay que ser coherente y no solamente utilizar los géneros para hablar del juez y la jueza- . También nos dice que en este cochino mundo, se produce una selección natural: el guaperas, el fuerte, el listo, sobreviven ,y los demás se van al carajo. Hasta aquí llegan mis conocimientos de Darwin. Ciencia pura, fría y cruel. Sin piedad.
Frente a estos desalmados evolucionistas, la religión nos dice que del mono y de la mona, nada de nada. El hombre fue creado por Dios, a su imagen y semejanza. Y de la costilla del hombre- en la primera regeneración de tejidos a partir de células padre que recuerda la Historia- Dios talló, esculpió o diseñó a la mujer. Esta “teoría” es mucho más cálida, hermosa, piadosa y solidaria que la evolutiva . Hasta aquí llegan también mis conocimientos religiosos.
Bien, en esta pugna entre ciencia y fantasía, entre evidencia y elucubración, cada cual elige libremente, pero una vez hecha la elección, habría que mantener cierta coherencia y ahí es donde yo me pierdo. Porque resulta que los detractores del evolucionismo y de la selección natural en lo biológico, son los mayores partidarios del darwinismo social, que no otra cosa es el capitalismo. El mono más listo, el que logra acaparar más comida, ya sea robando, engañando o aniquilando al competidor, es el que la mona más lista, más guapa o más fuerte elige como padre de sus hijos, para transmitirles los genes que logren la supervivencia de la especie. En el darwinismo social, sucede lo mismo: sobrevive el más listo, el más astuto, el que tiene menos escrúpulos, el que acumula más poder y dinero que después transmite a sus hijos en forma de genes sociales llamados patrimonio-empresas, acciones, cocheses, chaleses, consejos de administración y carneses del cluses de golf y de golferío-. Si uno se opone a la manipulación genética, también debería oponerse a la manipulación social. Si se está a favor de la defensa de los débiles, de los pobres de espíritu y de fortuna, de los bajitos, de los feos, porque todos son criaturas del Señor, ¿por qué se permite que los poderosos, los Bush de este mundo inicien conflictos para llenar las arcas de los fabricantes de armas, los sembradores de minas y los señores de la guerra? ¿Por qué dejan que los practicantes del darwinismo social más salvaje financien fundaciones tan poderosas como el Discovery Institute que defiende la evolución creacionista, un oxímoron como guerra pacífica, graciosa torpeza o ciencia cristiana?
Todo esto se me escapa, dadas mis limitaciones. Soy un mono poco evolucionado. Si me preguntan si fui parido o traído por la cigüeña, no sabría qué responder.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado

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