“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Como el caballo de Espartero

No me gusta que las calles ni los hospitales ni los institutos tengan nombre de persona. Tampoco me gustan las estatuas de generales, ni de próceres de la Patria ni otras monsergas. Maldita la gracia que le hará a una persona de derechas vivir en la calle Pablo Iglesias o a mí en la Federico Jiménez Losantos (al tiempo, que le ponen una calle, fijo). Imagino la cara del sacerdote que deba pasear por el parque Carlos Marx. La misma que se me pone a mí cuando visito el Hospital Obispo Polanco. Desde hace siglos, cuando se ganaba una batalla, se erigía una estatua al general, y a los desharrapados que se habían batido el cobre con el mismo o más ahínco, una mierda. De vez en cuando caía una limosna y se levantaba un monumento al soldado desconocido o al héroe de Cascorro. Excepciones. Además se aprovechaba la ocasión para contarnos la Historia como una sucesión de tíos montados a caballo, que generalmente tenían unos huevos muy grandes, los caballos, no los tíos. Se podrá argüir que no todos son generales ni políticos ni federicos. Pero incluso en el mundo de la ciencia pueden saltar chispas. Si nombran un instituto de física en honor de un partidario del big bang, se rebotan los defensores del pispás. Además, hoy los avances científicos son rara vez obra de una persona y más bien se deben a equipos multidisciplinares. Reconocer a uno es ignorar a los demás. Y eso no es justo.
Todo este proemio para decir que me parece muy hermoso el nombre Vega del Turia para el Instituto de Teruel. No debería molestar a nadie y no podrá servir de excusa a ningún alumno para justificar que no estudia por motivos políticos, científicos o por objeción de conciencia. Y si no hay más remedio que poner un nombre de persona, sugiero que se haga por sorteo entre los inscritos en el censo, siempre que el nombre no sea Kevin José o Nancy Pilar.

Evaristo Torres Olivas.Villarquemado

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