“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

miércoles, 15 de octubre de 2025

Javier Arnal y el periodismo al servicio del poder

 He tardado una semana en decidirme a comentar la columna de Javier Arnal, Genocidio de cristianos, publicado el pasado día 8 en las páginas de Diario de Teruel. Algunos amigos a quienes pedí su opinión sobre el artículo me contestaron que ellos no leen a Javier Arnal desde hace muchos años. Yo sí lo leo, aunque se me revuelva el estómago cada vez que lo hago. El señor Arnal presume de ser periodista, de haber dirigido un periódico nacional, una canal de televisión y de haber escrito en multitud de medios. Razones suficientes para pensar que se trata de un profesional independiente, objetivo y riguroso. Pero nada más lejos de la realidad. En la columna objeto de este comentario, se queja de que se habla mucho de lo que hace Israel en Palestina y apenas aparece en la prensa lo que hacen los musulmanes en Nigeria. Escribe que “cada vez más, tenemos la convicción de que los medios de comunicación están concentrados en grupos o personas de influencia mundial. Es noticia lo que ellos dicen que lo es, y su importancia la que ellos dicen”. Habla más adelante de “la hipocresía internacional y el sectarismo informativo”. En parte tiene razón pues los medios de comunicación son un negocio, cuyos propietarios son empresarios con sesgo ideológico, que dependen de las subvenciones de los políticos y de la publicidad.  Todos los medios, incluidos aquellos en los que ha trabajado y dirigido el señor Arnal. Deciden la agenda, qué publican y qué no. Si favorece a su partido lo ponen en portada en grandes letras y si le perjudica lo pasan a la página 33 o 45, en un pequeño recuadro que nadie lee. Solo tienen que ver quién mandaba en la Comunidad Valenciana o en la ciudad de Castellón cuando Arnal dirigía el periódico o la emisora de televisión. Pero lo peor de todo, es la mentira y en eso el señor Arnal es un maestro. Cuando habla de Nigeria, no tiene ninguna duda de llamarlo genocidio de los musulmanes contra los cristianos, pero cuando se refiere a las acciones de Israel en Gaza, pone la palabra entrecomillada: “genocidio”. Se utiliza esa forma para dar a entender lo opuesto al sentido literal, como cuando le decimos a alguien que ha hecho una chapuza que es un “genio”. Adicionalmente, don Javier recurre a dar cifras escalofriantes de muertes y de iglesias destrozadas en Nigeria, sin citar fuentes. Consigue con esto algo muy utilizado por los políticos en sus intervenciones: cuando un socialista le reprocha al PP la corrupción de la Gürtel, Bárcenas o los asuntos del novio de Ayuso, el PP replica con los ERE de Andalucía y los chanchullos, de Cerdán, Ábalos y la parentela de Sánchez. El “y tú más”. En resumen, que el artículo de Javier Arnal es un claro ejemplo de que el periodismo ha pasado de ser el cuarto poder, si es que alguna vez lo ha sido, a cloaca del poder que lo subvenciona, político, empresarial y publicitario.

Evaristo Torres Olivas

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