Les voy a dar un buen consejo:
nunca consuman ni contraten ningún producto, servicio, o persona que se anuncie en inglés. Es un
timo, casi seguro. O bien no cumple lo que promete o le cobran tres veces más
que si se anunciara en español. Veamos algunos ejemplos muy de moda. El
mindfulness, por ejemplo. Palabreja inglesa que significa conciencia, ser
consciente de algo. Se vende como una técnica psicológica, mezcla de
charlatanería con meditación de alguna de las muchas tradiciones indias. Mi
consejo: si tiene algún problema de estrés, vaya a un profesional de toda la
vida, o tómese unas vacaciones y funda la pasta que le cobraría el “mindfulero”
en un buen hotel y buena comida. No se gaste un euro en alguien que ni siquiera
se molesta en traducir su actividad a nuestro idioma. Otra “profesión” de nueva
aparición es la del coach que se dedica al coaching. El coach es una especie de
entrenador que se te pega como una lapa, previo pago, para, supuestamente,
hacer que consigas metas o adquieras habilidades que te van a cambiar la vida,
van a lograr que te forres y que todo el mundo se quede admirado con el cambio
que has dado. Como mucho de estos entrenadores (¿habría que llamarlos míster
como en el fútbol?) no tienen ninguna cualificación y si se pusieran nombres
como psicólogo o médico les podría causar más de un problema por intrusismo profesional,
se ponen la etiqueta de coach (también podrían elegir roach o moach) y se
dedican a estafar al personal como vulgares sacaperras o engañabobos. Son de la
misma ralea que los que te prometen aprender inglés en siete días con el Fast
Lane English Method o perder doce kilos en una tarde con el Loosing Weight
While Eating Like a Pig System. O que Jordi Sevilla, el que le dijo a Zapatero que le enseñaba Economía en dos tardes. Tienen
además la habilidad de transferirte la culpa si no consigues eliminar el estrés,
aprender a hablar en público en un pispás, inglés en siete días y quedarte
como un espagueti en un par de horas. Te dicen que no has seguido sus
explicaciones, su método o sus consejos. Y como prueba te remiten a su página
web en la que recogen mil doscientos comentarios de “clientes”, “pacientes”, o
como leches los quieran llamar, que aseguran que su vida ha pasado de las
tinieblas a la luz gracias al maravilloso trabajo del “mindfulero”, “cochero”,
profesor de “fast English” o dietista de tres al cuarto.
Evaristo Torres Olivas
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