“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

martes, 22 de noviembre de 2016

Bien, bueno y bonito

Un periódico tiene como obligaciones  principales las de informar con objetividad, publicar noticias ciertas, huir del sensacionalismo, distinguir entre noticia y comentario u opinión, servir al bien común y al interés público. Y debe hacerlo correctamente, cuidando la lengua, la gramática y la ortografía, porque un periódico también forma a los ciudadanos. De ahí que existan los libros de estilo en los que se recogen las recomendaciones a los periodistas,  tanto sobre asuntos éticos y deontológicos (contar la verdad, no calumniar, respetar la vida privada y la intimidad, presunción de inocencia, comprobar las fuentes, etc.),  como sobre las reglas de ortografía, sintaxis y estilo. Pero en un periódico no solamente escriben periodistas, sino que en las secciones de opinión también se expresan los ciudadanos con sus cartas al director. De ahí que muchas publicaciones adviertan, con acierto,  en mi opinión, de que  podrán resumir, corregir y extractar los textos enviados. Y eso debe hacerse por respeto a las personas que leen los diarios, y por respeto al idioma. El Diario de Teruel no procede de esa manera. Publica los textos tal y como los envían, en muchos casos  con faltas de ortografía y con una redacción ininteligible. Sirvan de ejemplo las colaboraciones de don Fernando Muñoz Rodríguez. En la del pasado martes, 15 de noviembre, además de faltas garrafales (osea, reabilitar), redundancias  (“De ellas dicen no estar ocupadas, osea,  sin uso u ocupación, 42”), palabras mal utilizadas (“En Diario de Teruel hace unos días venía la despoblación que sufrimos”), puntuación incorrecta, ausencia de artículos (en Diario de Teruel, en Obispo Polanco y en Hospital San José), cifras incorrectas: “La despoblación que sufrimos, creo que bajamos de 120.000 habitantes”, cuando los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística contabilizan, a uno de enero de 2015, una cifra de 138.932 habitantes en la provincia de Teruel. No se trata de manipular ni de alterar el sentido de las opiniones de los lectores que envían las cartas, lo que sería deshonesto y contrario a las obligaciones de los periodistas, sino de adecentar los textos para hacerlos más legibles. Estoy seguro, en el caso que aquí se comenta, de que don Fernando Muñoz no pondría reparos  a que  un periodista avezado del Diario de Teruel hiciera algunos retoques a sus colaboraciones. Y los lectores disfrutaríamos más con un periódico bueno, bonito y bien escrito.

Evaristo Torres Olivas

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